

Por: Federico Cedarri
La furibunda represión policial desatada por la policía bonaerense durante los momentos previos al choque por el campeonato de liga entre Gimnasia y Boca en el bosque de La Plata, no solo esmeriló la figura del ministro de Seguridad, Sergio Berni, sino que reflejó mayúsculamente las diferencias internas que siguen imperando dentro de la coalición oficialista.
Si bien el titular de Seguridad parece haber quedado acorralado por los duros cuestionamientos que le dispensaron desde la agrupación otrora juvenil La Cámpora, también mostraron los dientes los alcaldes del conurbano que desde el comienzo de la gestión de Axel Kicillof cuestionan por lo bajo al Ministro por no dejarles avanzar con el revival de las policías locales, además de acusarlo como responsable del avance en los índices de inseguridad.
El Frente de Todos deberá actuar como una fuerza unívoca escondiendo bajo la alfombra las vicisitudes internas para evitar que el ministro Berni pueda ser interpelado por la oposición legislativa como ya lo piden las dos bancadas juntistas tanto del Senado como de Diputados.
Por ahora, el gobernador Axel Kicillof cavila en silencio la posibilidad de suplantar a Berni, si bien hace trascender que continúa a cargo de la seguridad, se le hace cada vez más tortuoso seguir “bancando” a un ministro debilitado luego de los del pasado jueves y que declaró públicamente que no se siente parte del Frente de Todos.
El inconveniente mayúsculo que tiene el Gobernador bonaerense es que no asomaría en el horizonte ningún reemplazante para Berni y eso es un condicionante demasiado complejo para una cartera que necesita imperiosamente de alguien con espalda política, no solo para enfrentar los desafíos del área sino para la convivencia con una fuerza policial que luego de la represión desmedida del jueves volvió a mostrar su peor faceta: La Bonaerense.
En las entrañas del poder provincial impulsan una exhaustiva investigación de los hechos acaecidos y más allá de que se supone que rodarán más cabezas de los jefes del operativo, les interesa de sobremanera intentar dilucidar si el origen de la cruenta represión podría estar ligada a disputas jerárquicas dentro de la policía provincial.
Hasta que tal investigación no arroje un haz de luz sobre esta tesitura el Gobernador seguiría manteniendo en el puesto a Sergio Berni.
Molestó en el Palacio de calle 6 lo que entienden fueron críticas desmedidas provenientes de fuego amigo, más allá de los remezones que mantenían los alcaldes del conurbano con Berni y la descontada andanada de cuestionamientos de La Cámpora producto del duro enfrentamiento entre su jefe y el ministro de Seguridad, sorprendió la virulencia de los planteos provenientes del albertismo: léase de los referentes de movimiento sociales como el Evita y de la designada ministra de Desarrollo Social nacional, Victoria Tolosa Paz.
En realidad, pareciera que lo que quiere evitar Kicillof no entregando a Berni es justamente evitar que nuevamente el kirchnerismo emule una suerte de intervención de su gobierno como lo llevó adelante luego de las PASO.
Además, el titular de Seguridad le garantiza al Gobernador que no se le pianten votos por derecha tomando en cuenta el perfil discursivo de Berni que puede garantizarle retener ese estamento de voluntades, que en caso contrario emigrarían sin más hacia el ala radicalizada del PRO.
El Gobernador sabe que las próximas elecciones serán de trámite ajustado en territorio bonaerense y parece no querer dejar nada librado al azar.
No es un secreto que el gran objetivo del kirchnerismo pasa por retener la provincia de Buenos Aires, por lo que se apunta a reforzar de la mejor manera a un Kicillof que parece consolidado como candidato pese a la desconfianza que aún emana de la liga de intendentes del conurbano.
La estrategia que pergeña el peronismo bonaerense parte del supuesto de que muchos de los alcaldes que reportan en el gabinete de Kicillof volverían a sus pagos para encabezar la boleta municipal, amparándose en la reforma de la ley de reelecciones votadas en diciembre pasado en la Legislatura.
Se especula que el mes elegido para el eventual retorno de aquellos alcaldes con uso de licencia a sus distritos sería marzo, cuando luego de las vacaciones de verano comience a despuntar definitivamente el año electoral.
Otro alcalde que volverá a su tierra pero en este caso para defenderse de La Cámpora es Juan Zabaleta, flamante renunciante al Ministerio de Desarrollo Social de la Nación.
No la tendrá fácil ya que deberá lidiar en la PASO con el camporista, Damián Celsi, que no solamente descabezó a los zabaletistas del gabinete de Hurlingham cuando asumió en la intendencia sino que cuenta con el respaldo de Cristina y Máximo Kirchner.
Otro ítem a tener en cuenta es la mayor influencia en la confección de la oferta oficialista bonaerense que tendrá el ministro de Economía nacional, Sergio Massa: se especula que su Frente Renovador podría alzarse con más de un tercio de las candidaturas a legisladores provinciales en el espacio oficialista.