

Por: Federico Cedarri
Continúa el clima enrarecido dentro de la esfera del oficialista Frente de Todos y esta vez la puja interna se concentra entre el kirchnerismo y una nueva configuración del albertismo que lo representan en esta saga de contrasentidos las organizaciones sociales, especialmente el Movimiento Evita.
El trasfondo de este enfrentamiento, más allá del maquillaje que desde La Cámpora se endilga de asegurar criterios de transparencia en el manejo de los planes, se sitúa específicamente en la lucha por una de las cajas más importantes de la política argentina que concentra alrededor de 270.000 millones de pesos anuales.
El kirchnerismo no oculta que su única ambición es retener el poder en la provincia de Buenos Aires y en ese menester es que estrecha filas con los intendentes del conurbano para potenciar las chances con vista al año electoral, desde el oficialismo hacen cálculos y razonan que si el manejo de los planes se descentralizara hacia los alcaldes los potenciaría de sobremanera con una inyección muy apetecible de recursos.
El albertismo había armado en los albores del 2022 una estructura con base en la provincia de Buenos Aires para intentar socavarle poder al kirchnerismo y ejercer un papel rutilante en los armados electorales, el tiempo y la crisis que agobia a la administración central parecen haber corrido de eje a los funcionarios bonaerenses que respondían a aquel enclave.
Hoy vemos como los otrora más prominentes ministros albertistas como Gabriel Katopodis y Juan Zabaleta han comenzado a alejarse de la órbita presidencial sellando treguas con Máximo Kirchner y La Cámpora.
Llamó la atención la exposición que está adquiriendo el titular de Obras Públicas nacional, que si bien ha manifestado que no desea ir por un nuevo turno en San Martín donde acordó que sea su delfín Fernando Moreira quien encabece la boleta local, el hashtag “Kato dice y hace” inundó las redes sociales del ministro en lo que puede prefigurarse como una aspiración por un cargo mayor dentro del esquema bonaerense.
Hoy parece ser que el entonces albertismo ha devenido en una estructura callejera que retiene en su seno a los movimiento sociales como el Evita y Barios de Pie con líderes que cumplen un rol como funcionarios del Gobierno nacional, es decir están de los dos lados del mostrador.
Estas organizaciones no solo manejan un cuantioso presupuesto sino que ostentan una importante capacidad de movilización con la que estan dispuestas a pulsearle el manejo de la calle a La Cámpora.
Representan la punta de lanza y la retaguardia que tiene hoy el gobierno de Alberto Fernández para contrarrestar los embates que emanan a diario desde los estratos afines a la Vicepresidenta.
La perspectiva electoral que dejó al descubierto Cristina Kirchner cuando lanzó socarronamente al ruedo el debate por la transparencia en el manejo de los planes sociales comienza a teñir el espectro de la discusión.
Desde el Movimiento Evita salió presuroso Emilio Pérsico a advertir que no se siente contenido en las huestes K y que podría analizar junto a otros grupos de organizaciones la materialización de un partido político piquetero que podría servirle a Alberto Fernández como base de sustentación de su aspiración reeleccionista: un pésima noticia para el kirchnerismo configuraría una partición de los votos de los más humildes en el principal bastión electoral.
El enfrentamiento va in crescendo, La Cámpora recogió el guante y retrucó sobre la connivencia que tuvieron esos jefes piqueteros con el gobierno de Mauricio Macri cuando se sancionó la Ley de Emergencia Alimentaria que derivó en cuantiosos recursos para las organizaciones sociales.
Entre cruces y epítetos que no cesan los líderes piqueteros parecen sentirse envalentonados como para darle batalla en el territorio a la organización que comanda Máximo Kirchner.
Mientras tanto, los intendentes peronistas del conurbano bonaerense recrudecen la presión para recibir el manejo de estas asignaciones sociales: desde hace tiempo los invade la sospecha que los referentes de las organizaciones sociales instigaron el marcado ausentismo electoral de su tropa durante la jornada de las PASO 2021.
Esta situación propició que los intendentes debieran salir presurosos a buscar a aquellos votantes propios que por “pereza” de los líderes piqueteros habría escaseado por las mesas de votación proporcionándole al oficialismo una dura derrota en septiembre.
Sin embargo, los piqueteros albertistas redoblan la apuesta y se encuentran organizando para el 14 de julio una vasta exposición del trabajo de sus cooperativas en la Plaza del Congreso: una mojada de oreja a la Vicepresidenta que podría derivar en enfrentamientos más cruentos dentro de la órbita oficial.
Los movimientos sociales están operando de dique de contención de la protesta social contra el gobierno de Alberto Fernández y ese rol es el que pondera reiteradamente el primer mandatario, motivo por el cual no estaría dispuesto a entregar al kirchnerismo la cabeza de sus actuales mejores aliados.