La situación social y económica de América Latina sufrió, sin dudas, un deterioro más profundo por causa de una crisis única provocada por la pandemia del COVID 19. El estatus de los países de la región se vio alterado en una magnitud sin precedentes afectando todas las economías regionales y produciendo todo tipo de cambios interpersonales, generacionales, familiares, económicos, culturales, etc. nunca vistos, poniendo en evidencia de una manera tan clara y precisa las diferencias estructurales en nuestra América Latina.
Es de destacar que el índice de desigualdad en la región se ha profundizado de una forma asombrosa. En esta circunstancia se ha potenciado el aumento de la pobreza, de la indigencia y la desigualdad económica y social, producto de la crisis epidémica, destacando que ya, previo a lo descripto, la región se encontraba en una situación de estancamiento, camino a una caída de su producto bruto interno que fue agravada por la pandemia en cuestión (gráfico hoja 8). La economía mundial sufrió una caída de magnitud nunca vista donde algunas actividades fueron afectadas temporalmente y otras no pudieron realizarse por las medidas adoptadas por la gobernanza mundial.
Evidentemente, esto afectó a la región de América Latina, específicamente por la exportación de productos primarios que cayeron en volumen y precio en los mercados internacionales afectando el PBI de la región. Al 28 de junio de 2021, más de 1.260.000 personas habían muerto a causa de la enfermedad por coronavirus (COVID-19) en los países de América Latina y el Caribe, en lo que constituye la mayor crisis sanitaria de la historia reciente de la región. Esta cifra equivale a 32% del total mundial de fallecimientos, una proporción casi cuatro veces mayor que la de la población de la región en relación con la población mundial (8,4%).
El acceso desigual a las vacunas (cuadro hoja 9) y a los servicios de salud (tanto de los países como de los grupos sociales) y la aparición de nuevas variantes del virus aumentan la incertidumbre sobre la evolución de la pandemia y la consiguiente apertura y recuperación de las economías.
La pérdida de empleo
En un contexto global donde se perdieron más de 140 millones de empleos, la riqueza mundial aumentó 7,4% en 2020 por el crecimiento de los mercados bursátiles, la apreciación del sector inmobiliario, las bajas tasas de interés y los ahorros imprevistos como consecuencia del confinamiento. La riqueza crece en E.E.U.U. y Canadá alrededor de 12,4%; Europa 9,2% y China 4,4%, mientras que en India la riqueza se redujo -4,4%, y en América Latina y el Caribe cayó -11,4%. Siguiendo el patrón histórico, 1% de las personas más ricas concentraron 50% de la riqueza mundial (Credit Suisse Research Institute, 2021).
La economía de la región experimentará la mayor contracción del PIB desde 1900 (6,8%) y registrará el peor desempeño entre las regiones en desarrollo. El crecimiento promedio fue solo 0,3% y el crecimiento por habitante fue negativo entre 2014 y 2019. Este menor crecimiento es solo comparable al promedio de la Primera Guerra Mundial o la Gran Depresión. El crecimiento casi nulo antes de la crisis, unido a la contracción de 2020 y a la debilidad del estado de bienestar, los sistemas de salud y de protección social, se tradujeron en aumentos sin precedentes del desempleo, caídas de los ingresos e incrementos de la pobreza y la desigualdad, que exacerbaron los problemas estructurales.
Para 2021 la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) prevé un crecimiento de 5,2% para la región, que no será suficiente para recuperar el nivel del producto de 2019 ya que la dinámica del crecimiento 2021 está sujeta a incertidumbres derivadas del avance desigual en los procesos de vacunación y la capacidad de revertir los problemas estructurales derivados de la baja en el crecimiento que exhibían antes de la pandemia. El crecimiento en 2021 refleja el efecto de una base de comparación baja por la caída de 2020 y los efectos positivos de un mayor crecimiento mundial que se traduce en mayor demanda externa, en particular desde los Estados Unidos y China, y aumento de los precios de materias primas que, junto con la apertura de las economías y la flexibilización de las medidas de distanciamiento físico, han propiciado una reactivación.
Para 2022 se proyecta para América Latina y el Caribe una tasa de crecimiento de 2,9% en promedio, lo que implica una desaceleración respecto del rebote de 2021. (cuadro hoja 10). Nada permite anticipar que la dinámica de bajo crecimiento previa a la crisis, vaya a cambiar porque los problemas estructurales que limitaban el crecimiento de la región antes de la pandemia se agudizaron y repercutirán negativamente en la recuperación de la actividad económica ylos mercados laborales, más allá del repunte del crecimiento de 2021-2022. En términos de ingresos per cápita, la región continúa en una trayectoria que conduce a una década perdida. Después que en 2020 la economía mundial cayera 3,3%, la peor caída generalizada en décadas, en 2021 el mundo crecerá de manera desigual. (cuadro hoja 11). El comercio exterior se recupera a una tasa de 8% impulsando la demanda de EEUU, la Unión Europea y China con los efectos positivos del crecimiento solo sobre algunos países.
Dinámica de los sectores económicos
Las dinámicas sectoriales durante la pandemia han sido muy dependientes de las características de cada sector. Mientras que el sector agropecuario, fue extremadamente resiliente, otros, como el de las manufacturas, se recuperaron rápidamente de las caídas, y otros, como el de las plataformas digitales, experimentaron un verdadero auge. Por el contrario, como se verá al analizar la dinámica del comercio exterior, el turismo se desplomó al igual que el transporte aéreo de pasajeros y los servicios asociados a ese sector.
En cuanto a la resiliencia del sector agropecuario, en 11 de los 16 países incluidos, se observa que la producción aumentó en 2020, y, en los que se contrajo, el retroceso fue menor que el del PIB. El buen desempeño de este sector puede explicar por qué la oferta de alimentos para el consumo interno y las exportaciones, excepto en casos puntuales, se mantuvo incluso en los peores meses de la pandemia.
Las dinámicas de la minería, la industria manufacturera, la construcción y los servicios en la Argentina, Brasil, Colombia y México muestran que, en general, en abril de 2021 se habían recuperado los niveles de 2019 o se estaba muy cerca de alcanzarlos, con excepción de la construcción en México y de la construcción y la minería en Colombia. La presencia en plataformas de comercio electrónico se ha multiplicado trayendo soluciones a la comercialización en términos de nuevos vendedores registrados. Donde estas plataformas están más desarrolladas, el número de nuevos vendedores se cuadruplicó, mientras que donde estaban menos desarrolladas se sextuplicó.
Para el promedio de América del Sur, un aumento en los precios de los productos primarios conlleva un impacto positivo en los términos de intercambio. En el período enero-abril de 2021, el valor del comercio intrarregional se expandió y podría recuperar valores de 2019.
Ese dinamismo da cuenta de la recuperación económica en curso. La recuperación del comercio intrarregional es muy positiva para las pymes, que dependen en forma crucial de los mercados de la región. La expansión del comercio se explica por tres factores interrelacionados:
a) el aumento de los precios de las materias primas,
b) la recuperación de la demanda en China, Estados Unidos y Unión Europea y
c) la recuperación de la actividad económica en la región. En el aumento del comercio prevalece el componente precio por sobre el componente volumen, lo que profundiza el efecto candado (lock-in) en la estructura
Comercio exterior
Después de desplomarse en 2020 al registrar un descenso de 10%, las exportaciones de la región aumentarían 22% en 2021, impulsadas por un alza de 16% en los precios y una expansión de 6% en el volumen. Por su parte, las importaciones, que en 2020 anotaron un descenso de 16%, se recuperarían 18% (10% por precios y 8% por volumen). La región de Asia, en particular China, sería el principal destino de los aumentos de los envíos desde la región. Ese destino fue el único hacia el que las exportaciones regionales se incrementaron en 2020, y ya en el primer cuatrimestre de 2021 se registraron aumentos del valor exportado de entre 35% y 45%.
En el período enero-abril de 2021, el valor del comercio intrarregional se expandió 19% respecto de igual período de 2020, acercándose a valores de 2019. Las importaciones de bienes de capital e insumos intermedios necesarios para la producción se expandieron a tasas mayores al promedio (entre 30% y 40%). En las subregiones, el comportamiento de las exportaciones de bienes es heterogéneo. En promedio, los países con una elevada composición de productos energéticos en su canasta exportadora tendrían aumentos de 40% en el valor exportado. En los países con envíos intensivos en minerales, el alza sería de 27%, al tiempo que los países exportadores de productos agrícolas y agropecuarios del Cono Sur mostrarían aumentos de 20%. Por su parte, para México y Centroamérica el valor exportado aumentaría 11%.
Financiamiento y deuda
América Latina es la región con el mayor peso de la deuda externa en el PIB (56,3%) y con el mayor servicio de la deuda externa en términos de exportaciones de bienes y servicios (59%) (FMI, 2021a). Los niveles de endeudamiento reducen el espacio fiscal y ponen en peligro la recuperación y el crecimiento futuro.
No se observan cambios significativos en la institucionalidad del financiamiento del desarrollo para responder al impacto económico y social de la pandemia, y el financiamiento de las instituciones financieras internacionales puesto a disposición de la comunidad internacional ha sido menor al de la crisis financiera global. El Fondo Monetario Internacional ha concedido fondos equivalentes a 113.000 millones de dólares a las economías en desarrollo. Si se excluye el monto de las líneas de crédito flexibles, su financiación total se situó en 67.000 millones de dólares. Este monto es menor que sus compromisos de financiación durante la crisis financiera mundial de 2008-2009, que alcanzaron los 75.000 millones de dólares entre enero y septiembre de 2009 (FMI, 2021c).
El aumento de los fondos comprometidos por el Banco Mundial para hacer frente a la pandemia en 2020 representó menos de la mitad del aumento de los fondos para combatir la crisis financiera mundial; 13.000 y 28.000 millones de dólares, respectivamente. 65% de ese aumento se destinó a las economías de bajos ingresos (Banco Mundial 2010 y 2020). Ante la baja respuesta de la cooperación internacional, los países emergentes han financiado su endeudamiento, en gran medida, en el mercado de capitales privado. Los países de la región han tenido un importante acceso a los mercados internacionales de deuda, destacándose las emisiones de bonos soberanos.
Asimismo, se ha mantenido un elevado nivel de liquidez global, en un contexto en que los bancos centrales de las principales economías desarrolladas mantuvieron sus tasas en niveles mínimos históricos y continuaron con los programas de compra de activos aumentando sus hojas de balance. En 2020, 32 países de América Latina y el Caribe adoptaron 263 medidas de protección social no contributiva destinadas a mantener el consumo y garantizar condiciones de vida básicas, entre las que se incluyen las transferencias monetarias y en especie, y el aseguramiento del suministro de servicios básicos.
Las transferencias de emergencia llegaron a 326 millones de personas, 49,4% de la población de la región (CEPAL, 2021a). Los anuncios relacionados con estas medidas equivalen a 86.214 millones de dólares (1,25% del PIB de 2019); en el promedio simple, serían equivalentes a 78 dólares por habitante. La implementación de las medidas para transferir ingresos de emergencia a los hogares permitió contener parcialmente el aumento de la pobreza y la pobreza extrema en 2020.
De no haberse implementado las transferencias monetarias de emergencia, la tasa de pobreza habría sido 3,5 puntos porcentuales mayor y la tasa de pobreza extrema 2,3 puntos porcentuales mayor (CEPAL, 2021a). En los primeros cuatro meses de 2021, en 20 países de América Latina se anunciaron (o se extendieron) medidas de transferencias de emergencia equivalentes a cerca de 10.000 millones de dólares. Estas medidas cubren cerca de 60 millones de hogares en los que viven alrededor de 231 millones de personas (29% de la población de los países de la región). Los recursos equivalen, en promedio simple, a 0,26% del PIB de 2020. De mantenerse este nivel de gasto en los restantes ocho meses de 2021, se alcanzaría un gasto anual de 0,78% del PIB de 2020. Así, en 2021 se destinarían la mitad de los recursos a las transferencias monetarias de emergencia respecto de 2020 (1,55% del PIB de 2019).
Impacto Tecnológico
La crisis provocada por la pandemia afectó a la economía mundial, pero es relevante analizar porqué no sucedió lo mismo con las ganancias obtenidas por el grupo denominado GAFAM (Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft), corporaciones que han logrado un grado de independencia económica y financiera de tal magnitud que se han alejado del resto de la economía mundial. En el esquema integrado por la inteligencia artificial el uso de los datos, recursos financieros propios sin necesidad del mercado de capitales y con actitudes derivadas de la monopolización y cartelización del mercado, provocaron una autonomía vigorosa en relación al resto de la economía mundial. Tal como lo reconociera el CEO de Microsoft, Satya Nadella en abril del 2020 “hemos visto ocurrir dos años de transformación digital en dos meses”. Los números lo confirman.
Alphabet, corporación que contiene a Google facturó en el 2do. trimestre de 2021, 61.880 millones de dólares, 62% más respecto del mismo trimestre del año pasado. Los ingresos operativos crecieron de 6.383 millones de dólares a 19.361 millones de dólares. De éstos, 81% proviene del servicio de publicidad que ofrecen Google, YouTube y otras plataformas, el resto proviene de otros tipos de ingresos. Apple facturó 81.434 millones de dólares en el último trimestre, 36% más que en el mismo periodo del año anterior, la venta de celulares, tablets y computadoras explican 78,5% de los ingresos de las empresas.
Microsoft en el 1er. trimestre facturó 41.152 millones de dólares, 21% más interanual. Los ingresos provienen de la nube inteligente, procesos y otros servicios de cómputo que incluyen Hardware, Software y juegos. Facebook en el segundo trimestre tuvo ingresos por 21.000 millones de dólares, 56% mayor que en el mismo periodo de 2020. 98% de sus ingresos depende de la publicidad.
Amazon tuvo ingresos en el 2do. trimestre por 113.080 millones de dólares, superando en 27% los del año anterior. Estos datos nos demuestran que estas firmas integran un universo económico especial fuera de la problemática que ha padecido el resto del mundo económico producto de la pandemia mundial. Debemos destacar algo muy importante que son los recursos financieros disponibles y propios que les permiten realizar cualquier tipo de actividad en compras, en fusiones, en lobby y en todo aquello que pueda desarticular a nuevos competidores.
El economista griego y ex ministro de finanzas de Grecia Yanis Varoufakis publicó un artículo en project-syndicate.org denominado “el tecno feudalismo está tomando el control” en el cual sostiene como conclusión “el capitalismo actual está siendo derrocado por un nuevo modo económico: el tecno feudalismo” en el mismo expresa “las plataformas digitales han reemplazado a los mercados como el lugar de extracción de riqueza privada. Por primera vez en la historia, casi todo el mundo produce gratuitamente el capital social de las grandes corporaciones”, sin embargo, aclara, que “los sectores capitalistas tradicionales no han desaparecido y que las relaciones capitalistas permanecen intactas”, la problemática es que “las relaciones tecno-feudalistas han comenzado a superarlas”.
En su última obra: Das Digital, el jurista y empresario de software Viktor MayerSchönberger y el periodista Thomas Ramge, traducida a una edición inglesa como Reinventing Capitalism in the Age of Big Data, continuadora de su libro de 2013 Big Data (en su edición original), sostienen la tesis que la conjunción de los big data y de la inteligencia artificial altera radicalmente el funcionamiento de los mercados y que los algoritmos acompañan a los agentes en sus tomas de decisión de tal modo que pueden escapar a sus sesgos cognitivos y adoptar un comportamiento más coherente. El autor y su colaborador analizan perspectivas interesantes sobre el sistema mercantil, invitan a que se genere un debate sobre el cálculo económico y el porvenir de la planificación. El capitalismo tiene una dinámica que está ligada a la inversión, a la competencia y al mercado, los intangibles nombrados rompen con esa lógica clásica, se rompe la dinámica competitiva y quienes controlan este tipo de empresas tienen la capacidad de apropiarse del valor agregado sin comprometerse en su producción.
Por eso no es casual el título original en alemán Das Digital en confrontación con Das Kapital (Karl Marx), que los autores sostienen que está caducado. Lo descripto precedentemente nos lleva a que planteemos que ya, la división de los países no está dada en el marco de los términos usados hasta el presente: desarrollados, emergentes, fronterizos, etc. Hoy la clasificación nos impone un marco distinto: países desarrollados tecnológicamente y países sin desarrollo tecnológico. ¿Es posible que podamos asistir a una distribución de la riqueza más equitativa? o la pobreza existente se profundizará por el desarrollo tecnológico y científico de aquellos países generadores de un neo feudalismo, el del conocimiento, y entonces, todos los habitantes pobres del mundo -que hoy carecen de ciertos derechos por su condición de tales- se convertirán -formalmente- en siervos de la gleba.
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