martes 13 de mayo de 2025 - Edición Nº2351

Gremiales | 13 may 2021

ANIVERSARIO

Muerte y misterio en La Real de Avellaneda: el día que la UOM se manchó de sangre

Se cumplieron 55 años del tiroteo n la confitería de Avellaneda, que dejó tres muertos, muchas incógnitas y ningún condenado. La investigación de Rodolfo Walsh que reveló lo que sucedió esa jornada. Vandor, figura central de esta historia. el intendente Jorge Ferraresi encabezó junto a gremios un homenaje a los fallecidos.


Por: Diego Lanese

Para quienes pasen por estos días por la esquina de la avenida Mitre y Sarmiento, en pleno centro de Avellaneda, le es imposible encontrar rastros de La Real, una confitería que hace 55 años sería escenario de un hecho trágico para el movimiento obrero argentino, un capítulo sangriento que todavía hoy mantiene parte del misterio. Nada hace notar al peatón desprevenido de lo que sucedió un 13 de mayo de 1966, nada quedan de las balas, las corridas, la muerte.  En el piso de La Real cayeron sin vida tres hombres, aunque la historia conservaría, hasta hoy, sólo uno. En esa esquina, que hoy ocupa una confitería de cadena que nada tiene que ver con la vieja pizzería de aquellos años, se abrió una herida que perdurará por años. Y que será parte de una época, donde la violencia era vista como parte de la solución, y no del problema.

 

Aquella jornada trágica, el enfrentamiento entre fracciones del sindicalismo peronista llegó al extremo. Lo que comenzó con una pelea terminó a los tiros, y dejó tres muertos: Rosendo García, número dos de la UOM, Domingo Blajaquis y Juan Zalazar, ambos sindicalistas de base. Con el correr del tiempo, la verdad sobre lo que sucedió en esa esquina se fue enturbiando, y sólo el enorme trabajo del periodista y escritor Rodolfo Walsh le puso un poco de luz. Aunque no alcanzó para que se haga justicia.

 

De La Real algunos salieron heridos, otros fortalecidos. El líder de la UOM Augusto Timoteo Vandor se benefició de alguna manera con la muerte de García, en fuerte proyección a la gobernación. Pero las heridas quedaron abiertas, y tal vez en Avellaneda el “lobo” haya escrito el final de su vida, tres años después.

 

La Real

 

La cúpula de la UOM estaba en Avellaneda celebrando su Congreso Nacional. Por eso Vandor y García habían llegado a La Real junto a una nutrida delegación, que incluía varios guardaespaldas. Al poco tiempo, según los relatos, llega un grupo de dirigentes de base, encabezados por Blajaquis Zalazar. Como cuenta el historiados de Avellaneda Enrique Arrosagaray (1), Blajaquis “era el jefe del grupo Avellaneda de Acción Revolucionaria Peronista (ARP), un núcleo que tuvo pocos años de vida, orientado hasta la médula por John William Cooke. Su perfil político era de raíces peronistas pero con gran adhesión a la Revolución Cubana. Todos los integrantes de aquella mesa en La Real reconocían el liderazgo de Blajaquis”.

 

Los grupos antagónicos simbolizan lo que sucedía en esos días en la Argentina. Proscripto y perseguido, el peronismo había elegido dos vertientes: una, negociar con el poder de turno para garantizarse la supervivencia; y otra, resistir vinculándose con grupos de izquierda, que a la vez se empezaban a “peronizar”. Está muy claro a que tendencia pertenecían cada uno de los grupos que coincidieron, fatalmente, en la confitería del sur del conurbano.

 

Lo que sucedió en un par de minutos, desde la apretada en el baño a uno de los acompañantes del grupo de Blajaquis hasta que empezaron las piñas y los tiros, lo contó magistralmente Walsh, en una serie de notas publicadas en el semanario de la CGT de los Argentinos (fracción que se había escindido de la central de la calle Azopardo, y que lideraba el gráfico Raimundo Ongaro), que luego de transformaron en su libro Quién mató a Rosendo. La investigación fue detrás de una serie de certezas: que el grupo de dirigentes de base no estaba armado, y que la bala que mató a García vino de su propio sector. Incluso se le apuntó a Vandor. “Esa es mi ‘conjetura’ particular: que el proyectil número 4 fue disparado por Vandor, atravesó el cuerpo de Rosendo García e hizo impacto en el mostrador de La Real, que hasta el día de hoy exhibe su huella. Admitiendo que no baste para condenar a Vandor como autor directo de la muerte de Rosendo, alcanza para definir el tamaño de la duda que desde el principio existió sobre él. Sobra en todo caso para probar lo que realmente me comprometí a probar cuando inicié esta campaña: que Rosendo García fue muerto por la espalda por un miembro del grupo vandorista”, concluye Walsh, una idea que ni la justicia ni la historia se encargó de comprobar (2).

 

Causa y efecto

 

Pero la masacre de La Real no es un hecho aislado, un enfrentamiento entre bandos opositores que terminaron a los tiros por encontrarse en un mismo lugar, a la misma hora. Es parte de una época, donde la figura de Vandor aparece como central, y donde el sindicalismo peronista se retorcía en intestinas disputas, un enfrentamiento que tendrá a principios de los 70 su capítulo más sangriento.

 

Vandor, apodado el “lobo”, venía de “capa caída”. Había ensayado un tiempo atrás su jugada maestra, al intentar instaurar el “peronismo sin Perón”, que lo enfrentó con el general. De encabezar el “Operativo retorno” de 1964, el metalúrgico pasó a enfrentar al propio Perón en las elecciones provinciales de 1965, siendo derrotados todos sus candidatos. Su figura parecía empezar a apagarse.

 

Para colmo, García, su segundo, ascendía en las consideraciones, y en el año de la masacre de la Real ya se hablaba de una posible candidatura a gobernador bonaerense. Walsh y muchos otros autores creen que Vandor estaba preocupado por esta situación, y no quería perder su liderazgo ni en la UOM, ni en las 62 Organizaciones Peronistas ni en la CGT.

Luego de los hechos en Avellaneda, Vandor aseguró que García le advirtió de su futura muerte. Intentando calmar los rumores, aseguró que su segundo le dijo antes de morir: “tené cuidado, Augusto. Te la quieren dar con todo. A mí ya me la dieron” (3). Pero las sospechas se mantuvieron. Cuando el dirigente sindical asistió de impecable traje a la asunción del dictador Onganía, los enemigos se multiplicaron.

 

La CGT se fracturó dos años después, cuando la sede Azopardo estaba dominada por el vandorismo. La CGT de los Argentinos comenzó a nutrirse de dirigentes peronistas y de izquierda que buscaban pelear contra la dictadura, y que rechazaban la política de negociación de Vandor y la dirigencia ortodoxa, que consideraban traidora. La disputa de aquella confitería de Avellaneda se trasladaba a todo el movimiento obrero.

Ni el Cordobazo –que unió como nunca a los sindicatos, estudiantes y dirigentes políticos más combativos –sacó de su estrategia a Vandor. No sabía que hacía unos meses el Operativo Judas estaba en marcha. El 30 de Junio de 1969, en la inexpugnable sede de la CGT, un grupo de lo que luego sería el grupo armado Descamisados asesinó al “lobo”. Un plan muy estudiado, que logró infiltrar el lugar pese a los 20 guardaespaldas y la seguridad reinante. Como ironía del destino, para entrar de manera pacífica, usaron una falsa célula judicial, sobre la causa de La Real de Avellaneda. El peronismo de base cobrara así su revancha.

 

1-Página/12, 14/05/06.

2-Quién mató a Rosendo, Rodolfo Walsh.

3- Extraído de El asesinato de Vandor, de Felipe Pigna, en www.elhistoriador.com.ar

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