Corría el año 1993. Banfield disputaba el viejo Nacional B y se había preparado para lograr el ansiado ascenso a Primera. Los dirigidos en ese entonces por Carlos Babington habían sumado a sus filas a Gabriel Puentedura, Héctor Herrero, Gustavo Maciel, Gabriel Lengüita, Jorge Higuaín, Adrián Czornomaz, Jorge Ortega e Ivar Stafuza. Además, contaban con hombres de la casa como Jorge "Patrulla" Jiménez, Daniel "Chueco" Delfino, Raúl Wensel, Juan Carlos Roldán y un joven Javier Sanguinetti haciendo sus primeras apariciones.

El equipo mantuvo un buen nivel durante todo el certamen, sobre todo en la primera rueda, en la que pudo sacar las mayores ventajas. Ya en la segunda parte, Colón de Santa Fe se le acercó y luchó palmo a palmo por la punta de la tabla. Ambos compartieron el primer puesto con 56 puntos y debieron jugar una final para determinar quién ascendería a la máxima categoría del fútbol argentino.

El encuentro se disputó el 26 de junio en el estadio Chateau Carreras (hoy Mario Alberto Kempes) de Córdoba. Fue empate 0-0 y se definió por penales. En la serie inicial, Colón llevaba las de ganar porque tenía dos goles de ventaja. Sin embargo, Puentedura se convirtió en el héroe de la tarde al atajar las últimas dos ejecuciones y darle a Banfield una nueva oportunidad en la serie de uno.

Por el lado del conjunto albiverde, fue Javier Sanguinetti el último en patear y convertir su penal. Llegó el turno de Colón a través de Roberto Mamani, que erró su disparo estrellando la pelota en el palo. Banfield ganó 5-4, se coronó campeón y ascendió.

En Deportes del Sur convocamos a Gabriel Leopoldo Puentedura para rememorar esa hazaña en Córdoba con una nota imperdible:

 

- Fuiste el héroe de la final del 93. ¿Qué recordás de ese épico ascenso?

Recuerdo todo. Son momentos que muy pocas veces los jugadores pueden vivir, uno trata de hacer todas las cosas bien. Ellos llegaban en alza y nosotros en bajada, se nos lesionaban los jugadores. Fuimos punteros todo el campeonato y eso nos pesó al final. Habíamos luchado todos y los dirigentes para pelear ese campeonato y por suerte se nos dio.

- ¿En algún momento pensaste que se les escapaba el partido?

Cuando fue el penal en el alargue pensé que se caía todo. Lo hecho en el campeonato tuvo una repercusión fundamental en el planteo de Colón para ese partido decisivo. Les habíamos ganado 7 a 1 dándoles un baile impresionante, una tarde lluviosa. Eso a ellos les quedó porque nos respetaron mucho en la final. No estábamos bien, atacamos muy poco y nos faltó Raúl Wensell, que en cualquier momento te vacunaba. Ellos nunca se soltaron, tenían buenos jugadores. También les habíamos ganado en la cancha de ellos. Llegábamos en desventaja físicamente, no lo demostramos en la cancha y teníamos jugadores jóvenes con un plantel corto. Cada uno puso lo suyo y por eso sacamos adelante ese partido.

- ¿Por tu cabeza qué pasaba en el momento de los penales? Teniendo en cuenta que Colón desperdició varias chances para lograr el ascenso.

Primero estuvo el penal durante el partido. Me habían avisado que Cañete la cruzaba y así fue, por eso acerté. Yo tenía un promedio importante de penales atajados, ya venia de Huracán con un promedio importante. Los penales son muy relativos, pero en la definición nos ganaban 3 a 1 y en el cuarto penal dije "me quedo parado, no me la juego más". Eso y un poquito de suerte me dio la posibilidad de atajar y después convertir los que quedaban. Son cosas que se dan una sola vez en la vida. Ese día se dio todo para que salgamos campeones.

- Pensando en ese equipo de Banfield, el cual tenía muchas figuras y se había armado para salir campeón, ¿qué fue lo mejor que tuvo ese equipo?

Creo que principalmente, y lo que me sorprendió, fue Javier Sanguinetti, cómo entró en el equipo a pesar de ser tan joven. La jerarquía que tenía y la moral, parecía un jugador de 32 años. Parecía que había jugado diez años en Primera y después fue a Racing. El "Archu" fue una inyección en medio del campeonato para nosotros. Ese equipo tuvo un andar en tres cuartos de campeonato que era un relojito. Teníamos al santiagueño Roldán, que era un crack. Él había llegado conmigo desde Huracán. También jugaba de diez, pero se lesionó  en medio del campeonato. El 7 que tenÍamos, el "Chueco" Delfino, era letal. De local atacamos más y era darle la pelota a él para tener esperanza de gol. Después estaba Ortega, también Higuaín, aunque este último fue una lástima porque jugó dos partidos, después se lesionó. Me hubiera gustado jugar más tiempo con él, porque los delanteros ni se le acercaban. Impresionante el respeto que le tenían. Después estaba el "Patrulla" Jiménez también. Teníamos un equipazo para la división. Éramos doce o trece y los demás todos chicos del club, un equipo corto. De todas maneras, en los partidos decisivos terminamos peleando el campeonato con los chicos que entraron. Estábamos todos compenetrados en pelear el campeonato hasta el final y por suerte se nos dio.

- No estuviste mucho tiempo en Banfield, pero ese ascenso es muy recordado por los hinchas. ¿Cómo es tu relación hoy en día con el hincha de Banfield? ¿Se siguen acordando de vos?

Adonde voy y esté presente un hincha de Banfield, siempre me hace acordar de ese campeonato. De todas formas, ese día del partido cuando perdíamos en los penales estábamos fusilados, y atrás del arco no quedaba nadie de Banfield, la gente ya lo había dado por perdido. Cuando empiezo a atajar los penales, empiezan a volver todos; cuando estábamos mano a mano, ya había vuelto toda la hinchada. A mí me da risa, tristeza, alegría, un poco de todas las sensaciones. En medio de los penales se habían ido, creyendo que ya lo teníamos  perdido. A Banfield solamente le habían dado la popular y Colón tenía la platea y la otra popular, era una herradura de negro y rojo. Cuando salimos campeones, la gente de Colón que lloraba, eso fue tremendo. Y la de Banfield que lloraba de alegría.

- ¿Por qué lo ganaron? ¿De dónde sacaron fuerzas para sacar adelante una serie que estaba tan adversa?

Yo creo que el respeto que nos tenían ellos fue determinante. Nos tuvieron mucho respeto y ellos no se animaron a salir a ganar el partido. Yo era de los más grandes en ese equipo y no ser campeón iba a ser un fracaso. Había jugadores jóvenes en nuestro plantel, con cuatro o cinco partidos, y ellos no vieron eso. Se quedaron con el recuerdo del 7 a 1 y no mandaron todas las naves a pelear. Se iban al ataque, pero siempre cuidándose atrás. También nosotros teníamos al "Chueco" Delfino, aunque se erró un gol imposible durante el partido. En el alargue lo único que queríamos nosotros era que pasen los minutos. Salimos a aguantar porque nos habían expulsado a un jugador. Estábamos para aguantar. Habíamos hecho un gran campeonato porque lo teníamos a Carlos Babington como entrenador, le gustaba jugar bien al fútbol. 

- Antes de jugar en Banfield, tuviste pasos por River, Temperley y Huracán. ¿Dónde viviste los mejores momentos de tu carrera?

Antes de ir a Banfield jugué cuatro años en Huracán. En Primera División, después de ascender, salimos cuartos en dos campeonatos. Detrás de River, Boca e Independiente, que en ese momento tenían muy buenos equipos. Hicimos campañas bárbaras para Huracán durante esos años. Yo creo que el último año en Huracán fue el mejor de mi carrera. Si bien es cierto que el año anterior anduve muy bien, en Temperley también, en Quilmes anduve muy bien, donde salimos segundos. En Banfield, hasta que me lesiono cuando me pegan una patada en el tobillo, no pude estar de la mejor forma física porque yo era un arquero de una estatura baja, me costó recuperarme. Pero el equipo de Banfield del ascenso era muy bueno y difícil para que nos conviertan goles. Teníamos muy pocos goles en contra.