jueves 28 de marzo de 2024 - Edición Nº1940

Gremiales | 19 feb 2020

CAÍDA PRODUCTIVA

Por la crisis, la industria nacional opera a la mitad de su capacidad

Según un informe del INDEC, este indicador se ubicó en diciembre de 2019 en el 56,9 por ciento, uno de los más bajos de los últimos años. Los problemas económicos y la recesión, las causas de esta nueva caída. La situación genera problemas de empleo, ya que ante esta realidad las empresas suspenden o despiden personal. Los casos más emblemáticos que las nuevas autoridades deberán resolver.


Por: Diego Lanese

Casi como un símbolo de lo que dejó el macrismo en materia productiva, en diciembre del año pasado la industria utilizó poco más de su capacidad instalada. En cada fábrica, en cada taller, en cada planta del país, de dos máquinas, una está parada. La crisis económica y la retracción del consumo comienza a explicar este fenómeno, que hace que en muchas unidades de trabajo se mantengan las suspensiones y los despidos, cuando no lo cierres.

 

Los datos de la capacidad a la que produce la industria en el país fueron confirmados por el Indec en un informe que marca los problemas que existen en el sector, que emplea a millones de argentinos.

 

Los datos de diciembre del 2019 marcan una nueva baja de este indicador, que durante la gestión de Mauricio Macri tuvo un récord de 18 meses de caída consecutiva. En el último mes del año pasado, esta tendencia se profundizó y aumentó la brecha entre las áreas más perjudicadas (la industria automotriz) y la que menos siente el problema (la petrolera).

 

El aumento de la capacidad ociosa tiene relación directa con el empleo, ya que en muchos casos obliga a las empresas a desprenderse de personal o suspenderlo. En otros casos, como sucede con algunas multinacionales, se decide cerrar alguna de las ubicaciones y reubicar al personal. Cuando esto sucede, la recuperación llega de la mano de los propios trabajadores, que en muchos casos deciden hacerse cargo de la producción.

 

El informe del Indec marca un nuevo mes en baja de la capacidad instalada de la industria, que pasó del 60,7 por ciento en noviembre de 2019 a 56,9 por ciento en diciembre de ese mismo año. Si comparamos el dato con ese mismo mes de 2018, la capacidad subió un 0,3 por ciento, rompiendo 18 meses de baja.

 

“Los bloques sectoriales que presentan en diciembre de 2019 niveles de utilización de la capacidad instalada superiores al nivel general son refinación del petróleo (78,6 por ciento), sustancias y productos químicos (68,8 por ciento), papel y cartón (68,1 por ciento), industrias metálicas básicas (66,1 por ciento), productos alimenticios y bebidas (63,3 por ciento) y productos minerales no metálicos (57,2 por ciento)”, destacó el trabajo, al que tuvo acceso Política del Sur.

 

En cambio, los peores desempeños de actividades que se encuentran por debajo del nivel general “son productos del tabaco (50,1 por ciento), edición e impresión (49,3 por ciento), productos de caucho y plástico (44,7 por ciento), productos textiles (41,1 por ciento), la industria metalmecánica, excepto automotores (40 por ciento) y la industria automotriz (21,1 por ciento).

 

La brecha entre los que más utilizan sus maquinarias y quienes menos volvió a agrandarse según el INDEC, y alcanzó casi los 60 puntos (57,5).

 

La capacidad instalada es, según las definiciones, el potencial de producción o volumen máximo de producción que una empresa puede lograr durante un período de tiempo determinado, teniendo en cuenta todos los recursos que tienen disponibles, sea los equipos de producción, instalaciones, recursos humanos, tecnología y demás.

 

Un bajo uso de la capacidad instalada significa subutilización de la infraestructura, y por ende, mayor costo por unidad, y suele aparecer en tiempos de crisis o recesión.

 

En el país, este índice viene bajando en los últimos años y tiene como consecuencia directa la pérdida de empleos. Aunque a veces esta relación no se ve claramente.

 

En el rubro papel y cartón, el INDEC registra en diciembre de 2019 “un nivel de utilización de la capacidad instalada de 68,1 por ciento, superior al de diciembre de 2018 (66,8 por ciento), como consecuencia, principalmente, del incremento en la producción de papeles para envases y embalajes”.

 

Sin embargo, en ese período la industria tiene algunos conflictos emblemáticos, como los de la multinacional Kimberly-Clark y Ansabo, ambas ubicadas en la localidad de Quilmes.

 

En la primera, la firma norteamericana anunció en septiembre el cierre de la planta Bernal, dejando a 200 empleados en la calle. En diciembre se desalojó el lugar -tomado desde entonces por los cesanteados- y se continuó con el plan de cierre. Los trabajadores afirman que tiene un plan para recuperar las fuentes de trabajo, y presionan para que el Estado colabore con este paso.

 

“La semana pasada nos recibieron funcionarios municipales y de Producción de la provincia de Buenos Aires para decirnos que se reunieron con las autoridades de Kimberly-Clark, que rechazan reincorporarnos en las otras plantas”, le confirmó a Política del Sur Walter Reláñez, delegado de los despedidos.

 

Lejos de pensar la reactivación, la firma “comenzará a desmantelar la maquinaria y va a tercerizar el producto o importarla”. Los exempleados insisten en su proyecto de recuperación, pero hasta el momento no lograron avances en la materia.

 

En cuanto a Ansabo, la papelera de San Francisco Solano, lleva varios meses tomada por sus empleados, que también quieren reactivarla. La semana pasada los trabajadore comenzaron una prueba de autoproducción, pero denunciaron que Edesur los dejó sin suministro eléctrico.

 

Según le explicaron a este medio desde la Comisión de Mujeres de la empresa, el martes pasado personal de la compañía “se presentó en el lugar y directamente cortó la luz, justo cuando anunciamos el inicio de una prueba de producción para demostrar que la fábrica mantiene su capacidad de seguir trabajando”.

 

Ante esta situación, ayer al mediodía se realizó una conferencia de prensa frente a la planta, donde explicaron la situación en que se encuentran.

 

“Hace siete meses que estamos en el lugar, peleando contra el cierre fraudulento de la empresa. Hicimos una prueba de producción, pero el corte de luz nos complicó. No creemos que sea casual, pero vamos a seguir resistiendo”, advirtieron en el encuentro los trabajadores.

 

Por eso, anunciaron que insistirán con la idea de crear una cooperativa (denominada Papeleros Organizados y Solidarios) y que el Estado, el mayor acreedor de la empresa, la entregue para comenzar a trabajar.

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