

Por: Ruben Molina
Mientras Martín Insaurralde deshoja la margarita sobre su futuro político, en Lomas de Zamora algunos hacen su juego y especulan con una sucesión "conversada" y con el "dedo" del jefe comunal. No son pocos los que anhelan que la decisión recaiga en alguno de ellos, pero al margen de las ambiciones, vale la pena mirar además el exterior del insaurraldismo. También hay vida, y mucha, fuera del peronismo del alcalde lomense en el distrito.
Nadie puede negar que la última década estuvo marcada a fuego por el actual intendente. Su gestión fue de las mejores en el Conurbano. A lo largo de estos diez años supo aprovechar sus momentos no sólo para su crecimiento político, sino también para el beneficio de la comuna. Lomas se vio favorecida en materia de infraestructura tanto durante el kirchnerismo como con el macrismo.
Sin dudas, este es un momento de inflexión para su futuro político. La posibilidad de seguir otros cuatro años, los últimos, al frente del municipio, o pegar el salto a la "alta política" y postularse a la gobernación, puede representar una bisagra para la política del justicialismo lomense. Esa decisión tiene en vilo a la mayoría de la dirigencia oficialista local. Tres nombres surgen automáticamente a la hora de hablar de sucesión: el titular del HCD, Santiago "Beto" Carasatorre; el jefe de Gabinete, Guillermo Viñuales; y el diputado provincial de Unidad Ciudadana Federico Otermín.
Pero la resolución de Insaurralde también impacta en aquellos que hoy no forman parte de su círculo áulico. Dos figuras sobresalen en dicho firmamento: Juan María Viñales y Pablo Paladino. Ambos aguardan un guiño de la "superestructura" para mostrar credenciales en el distrito.
Viñales cuenta con una extensa trayectoria, siempre jugando desde afuera y desde la periferia. Hoy se ubica dentro de un esquema en el que sobresale la candidatura a gobernador de Sergio Berni. Por su parte, Paladino forma parte del espacio que comanda Gabriel Mariotto, más cercano a la propuesta "Kicillof gobernador".
¿Tendrán cabida en el concierto de sucesión insaurraldista? Complicado. Dificilmente haya espacio para ellos. Se lo deberán ganar desde afuera. Una tarea harto compleja. ¿Pero a esta altura alguien cree en la posibilidad de unas PASO en Lomas? Complicado también.
Lo seguro es que si Insaurralde sigue en Lomas de Zamora, no habrá mucho por discutir. La situación varía si el nombre para encabezar boleta en el distrito es otro. No hay dudas que tanto Viñales como Paladino suben sus acciones. Claro que su comportamiento también puede variar de acuerdo a quién sea el hombre elegido por Insaurralde.
Mucho se especula al respecto. Tanto Viñuales como Otermín o Carasatorre tienen sus aspectos positivos y también los negativos. Nadie puede negar la capacidad de gestión de Guillermo Viñuales, un obsesivo quizás. Una década como secretario de Gobierno y jefe de Gabinete de Insaurralde lo validan para aspirar a la sucesión. Su punto débil, tal vez, sea su poca inserción en los sectores más ideologizados del partido.
La contracara de eso es justamente Federico Otermín. El diputado provincial se siente como pez en el agua con esos sectores. Su juventud y poca experiencia en gestión seguramente sean sus déficits. Finalmente, Santiago Carasatorre, con una veteranía a prueba de cualquier “peronómetro”, probablemente sea la figura que concentre menor rechazo. Pero los años también pueden jugarle en contra. ¿Optaría Insaurralde por la voz de la experiencia o saldrá a la búsqueda de la renovación?
Los tres aseguran que acatarán la decisión de Insaurralde en caso de que el alcalde marche a la pelea provincial. Los que seguramente harán su juego serán Viñales y Paladino. Y hay otra cosa segura: si Insaurralde opta por la pelea provincial, está obligado a dejar un municipio ordenado, además de administrativamente, políticamente. Eso implica elegir un sucesor que pueda congeniar con todas las piezas del complejo mapa del peronismo lomense. Tal vez allí esté la pista sobre su sucesor.
Habrá que esperar, aún falta tiempo para las definiciones. Pero claro, las agujas del reloj corren y cada vez quedan menos hojas en la margarita de Martín Insaurralde. Y no son pocos los que aguardan su resolución.