

Se cumplen dos décadas de la fundación del Movimiento de Trabajadores Argentinos (MTA), el espacio que rompió con la CGT para enfrentarse a la década liberal y su impronta privatizadora. De las primeras marchas a la reunificación del movimiento obrero. El proyecto político fracasado de Ubaldini, y los puntos de contacto con la CTA.
En febrero de 1994, en una marcha multitudinaria, un grupo de sindicatos salía del ostracismo y realizaba una de las primeras protestas formales con el gobierno de Carlos Menem. A la cabeza de la misma tres dirigentes armaban una foto que 20 años después se puede ver con cierta nostalgia, en un contexto distinto pero con aires de crisis. Al frente de esa primera movilización estuvo el histórico Saúl Ubaldini, secundado por Juan Manuel “el bocha” Palacios, de la UTA, y un muy joven Hugo Moyano, el líder camionero. Los tres, junto a una docena de gremios, fundaban el Movimiento de Trabajadores Argentinos (MTA), un espacio de resistencia a la década liberal, que compartió la calle con la recién nacida CTA y que tiempo después volvería a la CGT con el camionero como líder indiscutido. Esos días, el MTA aparecía como un espacio combativo, alejado de la ortodoxia sindical, que buscaba renovar el gremialismo sindical.
Para muchos, el MTA fue una fuerza de resistencia ante la idea generalizada que avalaba la convertibilidad, el proceso privatizador y la “década neoliberal”. En un documento, la Juventud Sindical definió al MTA como “la máxima expresión de resistencia a la dictadura financiera del menemismo, cuando varios habían claudicado, se habían quebrado y subordinado al poder hegemónico”.
La rama “rebelde” el sindicalismo argentino comenzó a forjarse cuando Ubaldini intentó ser gobernador de la provincia de Buenos Aires, y fue derrotado por el dirigente justicialista Eduardo Duhalde. Allí comenzaron las diferencias con el “peronismo oficial”, que tenía gran influencia en la CGT. Así, cuando GüerinoAndreoni se adjudicó el triunfo en las elecciones de la central obrera (que ya se había separado en la CGT Azopardo y la San Martín, a manos de Luis Barrionuevo y alineada totalmente con el gobierno) Ubaldini y el resto de los “rebeldes” decidieron salirse definitivamente del esquema y formar el MTA.
En una primera hora, el movimiento estuvo formado por los gremios UTA, Camioneros, Dragado y Balizamiento, Judiciales, trabajadores de algunos gremios de Aerolíneas Argentinas, la Asociación de Agentes de Propaganda Médica (AAPM), FATIDA, SADOP, SATSAID, FATPREN, FOEIPCQ, UOMA, AEFIP y SUP.
El acto de presentación del MTA se realizó en el Salón Eva Perón en la sede de la UTA. En el documento fundacional se convocaba a “intensificar la defensa de los intereses de los trabajadores” que se haría sobre la base de la Justicia Social. La propuesta era reconstruir con unidad la organización que refleje “la fe y la esperanza para todos los trabajadores con la lealtad y la honestidad de sus dirigentes, identificados con la lucha de la clase trabajadora”.
Pese a cierto discurso rupturista, los lazos del MTA con la CGT Azopardo se mantuvieron fluidos. Como recuerda la socióloga MaristellaSvampa en su trabajo “Los avatares del sindicalismo argentino”, “el MTA expresaría su rechazo al modelo neoliberal, pero nunca rompería lazos con la CGT ni con el gobierno peronista. Sin embargo, este sería capaz de desarrollar una estrategia de presión, como lo muestra su participación en las movilizaciones y medidas contestatarias, protagonizadas por la CTA y la Corriente Clasista y Combativa”.
En sus primeros pasos, el MTA mostró su carácter combativo. La conducción del sector quedó en manos del trío Ubaldini-Palacios-Moyano, que se completó con la presencia de Horacio Mujica (empleados de farmacias). A los pocos días de haberse fundado, el MTA apoyó la movilización de los trabajadores tabacaleros en Salta. Luego viajaron a Tierra del Fuego donde también fueron bien recibidos, y posteriormente llegó el turno de Corrientes donde se reunieron con dirigentes gremiales de Formosa, Misiones y Chaco.
La gran pelea del MTA fue el intento de flexibilización laboral, que el gobierno de Menem tenía en mente, junto con la reforma de la Constitución. El enfrentamiento fue grande. En esos días el MTA afirmó que Menem “no era peronista y que se había ido del peronismo cuando decidió no cumplir con lo que le había prometido al pueblo”.
Dos años después de su puesta en marcha, el MTA tuvo su prueba de fuego. En 1996, el gobierno impulsó la flexibilización laboral, con el objetivo cumplir con los pedidos del FMI y el Banco MUndial. El 18 de noviembre la CGT amenazó con una huelga general por tiempo indeterminado y el Gobierno tuvo que detener los cambios en la legislación laboral y negociar con una parte de los dirigentes sindicales.
Si bien el espacio fue perdiendo fuerza con el correr de los años, hasta su unificación nuevamente en la CGT en pleno gobierno de la Alianza, su impacto en el mundo gremial ya no era minoritaria. Eso le permitió a Moyano, heredero del poderío gremial, hacerse con la conducción de la nueva central en unidad.
“Varios factores contribuyeron a la expansión del sector liderado por Moyano”, expresa Svampa. La investigadora nombra varios de ellos: el fuerte crecimiento que experimentaron los servicios, en el marco de la crisis y desmantelamiento del modelo industrial. Otro factor relevante fue la cuasi-desaparición del sector ferroviario, luego de la privatización y cierre de una gran cantidad de ramales. Por último, durante la segunda mitad de los ‘90, los sindicatos de transportes se vieron beneficiados por el desarrollo del comercio regional, lo cual desembocó en 1997 en el surgimiento de la Confederación de Camioneros del MERCOSUR, encabezada por el propio Moyano”.
Otra dato del impacto del MTA fue la gran cantidad de ataques que sufrieron sus dirigentes. Moyano fue amenazado de muerte, y Carlos Barbeito, dirigente molinero, agredido. En poco más de un año fueron 17 los atentados que sufrieron los dirigentes del MTA.