Máximo dejó la presidencia del PJ, pero el candado de La Cámpora sigue puesto

El peronismo bonaerense volvió a encender sus señales de alerta ahora que Máximo Kirchner dejó la presidencia del partido con frases como: “Más que administrar berretines, me gusta construir políticamente”. Con una autocrítica que poco y nada tiene que ver con él mismo, dijo que fue el peronismo todo el que se equivocó en 2024, pero que si hubo un acierto ese fue el suyo porque no llevó al PJ provincial a votar el acuerdo del FMI, sin aclarar como hubiera resuelto el compromiso con el organismo de crédito de haber si su madre la Presidenta de la Nación.  

En la reunión del Consejo Provincial del Partido Justicialista celebrada este pasado 19 de diciembre quedó claro que la tan mencionada unidad es más una consigna que una realidad política, al menos por el momento y el otro dato significativo es que al estar todos en la vereda de enfrente de la derecha, la lucha no es ideológica, sino de poder.

Aunque se fijó el 15 de marzo de 2026 como fecha para renovar autoridades del PJ, la verdadera batalla no es un calendario, sino el control del sello partidario y la lapicera que escribe las reglas internas y como están las cosas a horas de la Navidad, Papá Noel no va a dejar en el arbolito la paz y por ahora habrá elección interna.

La jornada, largamente demoró su inicio por diferencias entre La Cámpora y aliados estratégicos y el Movimiento Derecho al Futuro (MDF), con intendentes socios de Axel Kicillof.

Ese telón de fondo produjo una escena política rica en simbolismos y declaraciones en voz baja. El titular del PJ bonaerense llegó al encuentro con una remera con la frase “Juegan a primero yo y después a también yo”, una línea de la canción El Tesoro de los Inocentes del Indio Solari que fue interpretada por varios dirigentes presentes como una provocación directa al entorno de Kicillof.

Entre interlocutores y liderazgos

Aunque en los discursos públicos empleados por ambos sectores se habló de unidad y de construir una lista única para evitar una interna abierta en marzo, fuentes que responden a al gobernador bonaerense ya deslizan que si no hay acuerdo, la pelea será inevitable.

Desde ese espacio señalan que durante los próximos meses buscarán equilibrar la distribución de poder dentro del PJ para que “no vuelva a haber una hegemonía absoluta camporista”.

Ese equilibrio —dicen— pasaría por que la conducción del partido funcione bajo una lógica de reparto equitativo en cargos sensibles como apoderados e integración de la Junta Electoral. Justamente, el control de esos espacios es lo que define la operatoria de las internas: quién firma, quién avala listas y quién procesa impugnaciones.

En la reunión se terminó acordando, tras arduas negociaciones, que cada sector contará con tres apoderados dentro del Partido Justicialista bonaerense. Esa paridad fue vista por algunos dirigentes como un gesto de equilibrio, aunque todavía resta concretar cómo funcionará operativamente ese reparto en un partido con una estructura de poder tan históricamente camporista.

El juego detrás de las fechas

Aunque la fecha del 15 de marzo de 2026 fue acordada formalmente por el Consejo, no todos dentro de la interna la asumen como un hito inevitable. Varias fuentes consultadas consideran que esa fecha es más una construcción de calendario formal que una decisión política definitiva, pues la agenda real se sigue moviendo en función de negociaciones de poder que podrían acelerar, postergar o incluso transformar la competencia en acuerdos internos sin necesidad de votar.

Desde el sector camporista, aseguran que la unidad sigue siendo la prioridad política y que “evitar una interna abierta será clave para que el peronismo llegue competitivo a 2026”. Esa lectura —que mira más allá de los nombres y cargos— implica sostener una estructura única que pueda traducirse en fuerza territorial en las bancas y distritos durante las elecciones generales.

En cambio, desde el entorno de Kicillof fuentes señalan que la interna no es un castigo, sino una herramienta democrática para ordenar el partido y legitimar dirigencias que hoy se sienten subrepresentadas dentro del aparato. La discusión, en definitiva, no es sólo quién manda, sino en qué condiciones y con qué legitimidad se construye ese liderazgo.

Intendentes y territorio

Entre los intendentes el que también prendió el ventilador fue el mandamás de Esteban Echeverría que desde hace años mantiene una cruzada encarnizada contra Máximo y La Cámpora.

Esta instancia no iba a ser diferente y volvió a acusar al hijo de la ex Presidenta de la Nación de dejar la presidencia del PJ “ahora que ya no le sirve más”. En este sentido Gray pidió depuración de los padrones, elecciones y que se permitan las afiliaciones.  

Los jefes comunales cobran un protagonismo singular en este tablero. Dirigentes como Verónica Magario —vicegobernadora y vicepresidenta del PJ bonaerense— han sido mencionados por sectores del kicillofismo como posibles cartas para disputar la conducción partidaria si una interna se hace inevitable.

Por su parte, en el entorno camporista se valora el peso que Máximo Kirchner aún tiene en dirigentes locales y en la estructura territorial del PJ, aunque reconocen que la creciente presencia de intendentes alineados con Kicillof ha introducido una nueva dinámica de poder con la que deberán convivir.

¿Unidad o tensión estructural?

Lo que algunos analistas interpretan como una “unidad funcional” es en realidad un acuerdo de tregua hasta marzo, un punto de encuentro mínimo entre sectores que no han resuelto sus diferencias de fondo. Así lo describen varias fuentes internas: acuerdos circunstanciales para evitar un choque directo hoy, pero sin garantías de que esa calma dure.

En definitiva, la cena de fin de año en el PJ bonaerense (que lejos está de ser la última cena) disimuló tensiones que están lejos de resolver. La fecha es un guiño institucional, la lista única un deseo difundido en comunicados, pero la disputa por la estructura del partido, la firma de padrones y el control de la Junta Electoral sigue siendo el verdadero centro de gravedad de esta interna política.