Las votaciones fueron contundentes. En el caso de la ley de emergencia pediátrica, 59 senadores votaron por rechazar el veto, mientras que 7 votaron en contra y 3 se abstuvieron. En el debate sobre la financiación universitaria, 58 votos afirmativos se impusieron frente a 7 negativos, con 4 abstenciones. Para levantar un veto presidencial se requiere una mayoría especial de dos tercios, requisito que en ambas ocasiones fue ampliamente superado.
Este desenlace representa un claro desaire político al Gobierno de Milei. Aunque el título no lo coloca en primer plano, el hecho es que el mandatario sufrió un remezón institucional: sus vetos, expresiones de autoridad ejecutiva, fueron neutralizados por el poder legislativo.
Las leyes en cuestión habían sido objetadas por el Ejecutivo con el argumento de que afectaban el equilibrio fiscal. Sin embargo, ya habían sido ratificadas en la Cámara de Diputados con mayoría especial, y ahora reciben el respaldo definitivo en el Senado. Con ello, los vetos presidenciales quedan sin efecto y las normas comienzan su vigencia legal.
Una gran noticia para las Universidades y la salud pública que desde hace tiempo vienen con un plan de lucha y resistencia debido a al fuerte ajuste que sufrió el sector.
Queda por verse cómo reaccionará Milei ante este traspié institucional: si acatará sin objeciones o intentará introducir modificaciones o demoras administrativas.