Viejos rencores y nuevos alineamientos condicionaron la respuesta de la CGT a la condena de CFK

Desde que la Corte Suprema de Justicia decidió mantener firme el fallo e segunda instancia contra Cristina Fernández de Kirchner, el escenario político del país cambió rotundamente. En especial en el peronismo.

En medio de la interna que enfrenta al entorno de la ex mandataria y el gobernador Axel Kicillof, la prisión que comenzó este miércoles a cumplirse en el departamento del barrio de Constitución cambió la agenda. Así, todas las partes que forman hoy el PJ se movilizaron para pedir por la libertad de la ex mandataria, y repudiar la medida judicial.

Este “efecto unidad” parece no haber llegado al movimiento obrero, que en esta semana mostró como viejas diferencias mantiene posturas distintas entre las partes. Esto se notó especialmente en la CGT, donde la conducción no terminó de ponerle el cuerpo al operativo clamor de CFK, e incluso este miércoles decidió “dar libertad de acción” a sus gremios para plegarse, una forma elegante de sacarse el problema de encima.

Los sectores combativos presionaron primero por un paro general y luego por una masiva movilización, pero no hubo caso. Las diferencias de fondo con el kirchnerismo de la mayoría de los dirigentes de peso de la central obrera pudieron más, y la participación cegetista fue casi testimonial. A partir de esto, se abre nuevamente la disputa, en un año donde se debe elegir una nueva conducción sindical.

El martes pasado, la mesa chica de la CGT estaba invitada a participar de un cónclave con las autoridades del PJ nacional que hizo las veces de catalizador de los repudios que se fueron dando a partir de la confirmación de la condena a CFK.

Pero en una reunión previa se decidió desistir de invitación. La versión oficial fue que al conocerse que no había peligro de que la ex mandataria fuera detenida en Comodoro Py, y que era beneficiada con la prisión domiciliaria, la situación no ameritaba “medidas extraordinarias”.

Pero los dirigentes expusieron en privado sus diferencias respecto al trato recibido a lo largo de estos años por el kirchnerismo, lo que incluyó pintadas en la sede de Azopardo.

Según pudo saber Política del Sur, esas leyendas –“Paren el 18 o se pudre” fueron parte de los escritos en las paredes –fue determinante para dar “libertad de acción” a los gremios y correrse de la jornada de protesta. Los dirigentes “están cansados” de los ataques que reciben de algunos sectores combativos, que en los medios los acusan de dialoguistas pero que después, dicen, no pueden “hacer fuerza interna”.

Un dirigente comentó el off el caso de Mario “Paco” Manrique, dirigente del SMATA y diputado nacional que suele criticar mucho a la central obrera, y que renunció a su cargo de secretario Gremial de la actual comisión directiva. Cuando llevo su renunció, aludió “falta de tiempo”, y nunca mencionó esas supuestas diferencias que nombre por los medios.

Lo cierto es que en medio de estas diferencias, un histórico como Hugo Moyano explicitó la situación. Luego de la cumbre en FATSA, el camionero cargó contra el kirchnerismo y su relación con el sector: "Siempre relegaron al peronismo y al movimiento sindical”, cuestionó en la charla, que algunas versiones indicaron que se dio en tono de disputa.

Si bien la excusa para no ir al PJ y a la Plaza de Mayo fue “no estaban dadas las condiciones para asistir”, lo cierto es que la disputa dentro del seno del movimiento obrero está abierta, y se profundizó con la prisión de CFK.

La irrupción de Hugo Moyano buscó de alguna manera desactivar la vuelta de su hijo Pablo, que el fin de semana estuvo reunido con la ex presidenta, y pidió la unidad del peronismo para enfrentar al gobierno.

El malestar con La Cámpora de los sectores más tradicionales de la CGT no se oculta, e incluso se manifiesta, como se dejó ver. Lejos de esta situación, Pablo estuvo en el departamento de la calle San José y había anticipado que acompañaría la movilización: “Vengo a darle todo el apoyo de los Camioneros, de los trabajadores. Vengo a charlar un ratito”, sostuvo.

Además se había entusiasmado con la idea de una protesta con una medida de acción directa cegetista: “No sé qué esperarán los compañeros, el compañero Sergio Palazzo ha pedido un cese de actividades y creo que va a ser lo mejor para que la gente se pueda movilizar el día miércoles”.

Con este nuevo panorama, el sector combativo pasó de plegarse alrededor de Pablo Moyano a los gremios industriales, encabezados por la UOM y el SMATA. Ambas organizaciones se manifestaron en su primer momento contra el fallo condenatorio de CFK, y pidieron movilizarse.

Los metalúrgicos incluso fueron muy duros con la conducción de la CGT,  y marcan el malestar que quedó de esta situación en la que la CGT “le sacó el cuerpo”. “La CGT no puede permanecer inmóvil y debe actuar ante el ajuste, la represión y la proscripción política; el movimiento obrero debe encabezar una gran confluencia de luchas junto a estudiantes, jubilados, pymes y sectores golpeados por el ajuste”, dijo el jefe metalúrgico, una de las figuras del sindicalismo kirchnerista que presionó infructuosamente para que se declarara un paro general en favor de la ex presidenta.

Su llegada a la jefatura de la UOM se dio gracias a un movimiento interno que algunos vinculan a la buena relación de Furlán con Máximo Kirchner, cosechada cuando ambos eran diputados. Según las versiones extraoficiales, el líder camporista alentó a delegados a respaldar al actual secretario general en su movida contra Antonio Caló, a quien acusaban de ser demasiado dialoguista con el gobierno de Mauricio Macri.

La salida de Caló de la UOM suele ser nombrada por referentes cegetistas como una de las cuestiones que más molestan del kirchnerismo y su relación con los gremios. El metalúrgico rompió la CGT en 2011 cuando Hugo Moyano dejo el gobierno, y puso a disposición su armado –unos 50 sindicatos –para que CFK tenga un espacio que respalde sus medidas.

Lo mismo con Héctor Daer, que fue diputado por el Frente Renovador, pero rompió con el espacio para apoyar la candidatura de Daniel Scioli. Ambos dirigentes son muy cuestionados en estos días, lo que aumenta el malestar en Azopardo.

Como expresión de ese malestar, la CGT decidió no concurrir este martes a la reunión citada por el PJ para analizar la marcha por Cristina Kirchner por las “desprolijidades” en la convocatoria y ante el temor de que los K alentaran alguna agresión cuando llegaran a la sede partidaria.

La nueva/vieja fractura en la central obrera será clave para el proceso electoral, que debe definirse el segundo semestre del año. Si bien gordos e independientes tienen los números para elegir conducción, se esperan negociaciones para buscar la unidad.

La figura de Jorge Sola, del Sindicato de Seguros, como posible conductor unificado, sonó en estos días. Sin Daer y Carlos Acuña en carrera, el panorama está abierto, y dependerá mucho de cómo se defina la interna peronista. Que hoy está más incierta que nunca.