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Pepito el pistolero nunca salió de su sitio de confort y se creyó "un rock star en la calle" - Política del Sur

LANúS | 25 OCT 2023

POR QUÉ PERDIÓ KRAVETZ

Pepito el pistolero nunca salió de su sitio de confort y se creyó "un rock star en la calle"

Nunca oyó las críticas internas. Se recostó en un núcleo de aduladores. Despreció todos los consejos institucionales y no supo manejar el poder para enfriar tensiones. Sus relatos macartistas cayeron por su propio peso frente a las contradicciones propias de un punitivismo sin lógica.




En Lanús, Juntos por el Cambio obtuvo el 34,70% de los votos. Esto significa que los votaron 95.983 vecinos. Cayendo en el típico lugar común que ellos mismos han sabido usar durante 15 años, cada vez que perdieron, más del 65% de los lanusenses (y es mucho), dijeron “no” a Diego Kravetz, alias, Pepito, el Pistolero.

Ya se sabe que Unión por la Patria (en un esfuerzo de unidad sin precedentes desde tiempos inmemoriales) logró ganar el Municipio para que el peronismo vuelva a gobernar Lanús con el 44,60%. No es noticia. Ahora, será el desafío para Julián Álvarez sostener esa unidad interna, pero eso queda para un análisis más peronista.

Volviendo al hombre del rifle, esto decía Kravetz a medios de comunicación amigos antes del 22 de octubre: “Voy a ganar porque los vecinos van a elegir a Grindetti gobernador por lo que hizo acá. El vecino de Lanús sabe votar bien y es muy probable que Patricia (Bullrich) haga en este Municipio una mejor elección que en el resto de la Tercera Sección Electoral”.

Para rematar su bizarro optimismo dijo muy suelto de cuerpo: “El vecino me conoce y me quiere. Soy un rockstar en la calle”. Definitivamente a más del 65% de los lanusenses no les gusta el rock o consideraron que Kravetz era un pésimo cantante de reguetón producto del marketing.

Más allá de las paráfrasis que él mismo alimentó, lo cierto es que el hombre que creó la elegía de las taser, creyó que mostrándose armado en las calles como Harry, el Sucio, le iba a alcanzar para ganar las elecciones y no fue así. Para Kravetz, la taser era voto cantado, pero no entendió la corriente continua. 

La venganza ejercida desde el Estado no es justicia y tampoco es prevención del delito, que ayer se cobró una nueva y lamentable vida en Valentín Alsina. No sirve mostrar un “caño”, de la misma manera que lo hacen los delincuentes para amenazar. No es la función de un intendente, sino de un mercenario.

Kravetz tenía todo el poder. Era el intendente interino de Lanús. Podía haber usado el ingenio, el presupuesto y a un gran equipo de dirigentes políticos propios que fueron descartados como basura. Él solo, en medio de las calles persiguiendo motochorros, fue la imagen que impulsó para su campaña.

Nada de institucionalidad, nada de nuevas luminarias, nada de bacheos, nada de higiene, forestación, salud pública, políticas municipales de cultura, de deportes, de solidaridad con el prójimo, nada de políticas alimentarias o de género, en un tiempo en que la mente de un referente político tiene que estar muy alerta frente a los cuestionados roles de todas y todos.

Pero la derecha es conservadora y limitada y Kravetz es de derecha y limitado. El hombre eligió un lugar de confort del que jamás salió y según aseguran a Política del Sur fuentes del radicalismo y del macrismo primitivo, rechazó siempre las críticas y las ideas ajenas al pequeño núcleo que le decía “sí” a todas sus fantasías armadas.

La página web del Municipio informaba de actividades culturales y deportivas. De acuerdo al marketing, el gobierno local era un ejecutivo preocupado y ocupado en actividades humanitarias, pero el discurso de Kravetz no coincidía en lo más mínimo con sus afiches web.

En una nota de prensa sobre “La noche de los libros” en la web del municipio no hay una sola declaración al respecto del intendente, en cambio, sus diatribas se formulaban en la dirección que más amaba: el punitivismo al palo.

“Hace poco yo detuve a un motochorro a una cuadra, exactamente, de donde fue el hecho de Morena. La realidad fue que el motochorro de 16 años a las dos horas estaba libre y a mí me acaba de llegar el oficio de la Comisión de la Memoria y tengo que contestar porqué detuve a un menor. Nosotros necesitamos políticas claras y justicia clara y que nos dejen trabajar”, decía el intendente interino a La Nación + que celebraba la justicia por mano propia como “un trabajo” que Kravetz reclamaba hacer.

Grindetti nunca se quedó atrás, obligado a formar parte de una casta antiperonista, se sumó con Patricia Bullrich a la “desaparición del kirchnerismo”, salió a defender el uso mágico de las taser como panacea de la paz en las calles (absurdo, por cierto) y la otra efectista resolución de la delincuencia en el conurbano: la famosa baja de la edad para la imputabilidad de delitos y asunto resuelto; como si se tratara de un producto de limpieza como Mister Músculo.

Supongamos por un momento que esas propuestas para una campaña electoral estaban bien apuntadas a un electorado que huele sangre, pero se olvidaron de dos cosas. La primera: hacía ocho años que gobernaban y el índice delictivo no había bajado. La segunda: No era responsabilidad del Municipio la seguridad, sino del gobierno de la Provincia de Buenos Aires.

Tremendo error. Hacerle creer a la gente que la policía respondía a Kravetz cuando responde al ministro de Seguridad, Sergio Berni, del que claro, se acordaron cuando murió Morena. La notable e infantil contradicción entre realidad y fantasía quedó al desnudo. Ese terrible crimen corrió el telón de la farsa macrista. Muchos de sus propios votantes entendieron que Kravetz no los estaba protegiendo de los asesinos y que la delincuencia en Lanús no era una película de Hollywood. A Pepito, el Pistolero, el tiro le salió por la culata.

Olvidó el PRO de Lanús que la realidad supera a la ficción. Ahora quedan como oposición en el HCD. Es prematuro aventurar qué sector se hará cargo de liderar la oposición a Julián Álvarez. Lo seguro es que no será Kravetz, y si así lo fuera, la mula del mariscal de Sajonia está más viva que nunca.