La situación interna del peronismo es otra de las encrucijadas que desvela a quienes intentan comprender el escenario político de la provincia de Buenos Aires.
Se descuenta que el territorio bonaerense debido a su preponderancia electoral se ha convertido de cierta manera en una especie de meca para el kirchnerismo, situación que ya fue advertida con distintos gestos patentados por Cristina Kirchner en donde se ha apreciado la aparente decisión de desenmarcarse y dejar librado a su pericia al gobierno de Alberto Fernández, y concentrar los esfuerzos por retener con un discurso crítico de las medidas económicas nacionales al núcleo duro de votantes que le son más fieles y que habitan en el populoso conurbano provincial.
Una muestra de ello lo representa la renuncia del ex secretario de Comercio Interior del gobierno nacional, Roberto Feletti, tras los frustrados intentos por combatir el flagelo inflacionario, y que contó con el guiño de la Vicepresidenta.
A esto hay que sumar el posible alejamiento de los Federicos, Basualdo y Bernal, de las secretarías ligadas a las áreas de energía cuando se concreten las inminentes subas de tarifas.
Estas situaciones son un indicador por demás elocuente del corrimiento del kirchnerismo de la esfera de la toma de decisiones en lo que tiene que ver con la gestión económica, que ahora recaerá sin más bajo el ala del titular de Hacienda, Martín Guzmán, respaldado por enésima vez por Fernández
Sin embargo, desde el sector que responde a la titular del Senado Nacional insisten en peticionarle a Alberto Fernández de que proceda a institucionalizar el Frente de Todos a nivel federal, y forme una mesa de conducción con los socios de la alianza, el kirchnerismo y el massismo, a la cual el mandatario se resiste con insistencia debido a que sospecha que una medida de tal calibre político contribuiría a cercenarle poder y diluir aún más su ya opacado liderazgo.
Como una forma de presionar al Presidente el jefe de La Campora volverá a reeditar el encuentro que sostuvo la mesa del Frente de Todos bonaerense en abril junto al gobernador Axel Kicillof, enviados de Sergio Massa y otras agrupaciones menores que componen la coalición oficialista como el Frente Grande que regentea el ensenadense Mario Secco y el Partido Intransigente.
Pero a diferencia del primer encuentro, esta vez la mesa será ampliada y tendría tres nuevos convidados, está en los planes de Máximo Kirchner extender la invitación a los ministros nacionales que reportan en la provincia de Buenos Aires: Gabriel Katopodis de Obras Púbicas, Juan Zabaleta de Desarrollo social y Jorge Ferraresi de Desarrollo Territorial y Hábitat.
Estos funcionarios nacionales, especialmente Katopodis y Zabaleta han alineado en el último tiempo su retórica a la esbozada por el kirchnerismo en relación a replicar la crítica feroz al gobierno macrista y propugnar sin eufemismos la unidad para enfrentar al que consideran su único enemigo: Juntos por el Cambio a quien escenifican como la derecha maldita.
En realidad, estos dirigentes que luego de las elecciones de medio término de noviembre último se sintieron envalentonados con la posibilidad de dar rienda suelta a un armado albertista que contrarrestara la ofensiva kirchnerista contra el Presidente, comenzó a perder fuerzas bien entrado el 2022 y al advertir, interna partidaria mediante, que en el territorio bonaerense el kichnerismo y su indisoluble alianza con los alcaldes del conurbano sur siguen manejando los hilos del aparato pejotista, además de contar con importantes espacios de poder dentro del gobierno de Axel Kicillof y manejar los principales resortes de la Legislatura bonaerense.
Ante ese panorama, los albertistas comenzaron a avizorar un panorama sombrío para sus aspiraciones sui generis y prefirieron prudentemente volver a entablar puentes de negociación con los principales referentes del peronismo bonaerense.
Una especie de retorno al redil que también les posibilitará seguir ensamblados en la máxima estructura partidaria del país y preservar el territorio en el que siempre se desenvolvieron.
Estos ministros que pululaban en la pretensión de un armado que impulse con fortaleza la reelección presidencial comenzaron a pergeñar estrategias de desacople en la idea de confrontar abiertamente con el kirchnerismo y tratan de recomponer precariamente la relación intentando sellar una tregua.
Trascendió que hace unos días la residencia platense del presidente de la Cámara Baja provincial, Federico Otermín, habría servido de escenario para que el presidente del peronismo provincial, Máximo Kirchner, y el actual titular de Obras Púbicas nacional, Gabriel Katopodis, limen asperezas y avancen sobre la posibilidad concreta hacia una coexistencia pacífica entre los intereses de los dos sectores que no siga afectado a la situación económica, además de machacar el Ministro la necesidad de no aislar a los albertistas de los armados y preservar la unidad del Frente de Todos.
La pregunta que nadie puede responder es que entidad le dará el propio Alberto Fernández a estas gestiones reservadas de sus funcionarios.
En rigor, habrá que visibilizar si el primer mandatario también accede a una distención de las evidentes tensiones propiciando una institucionalización del Frente de Todos nacional y sienta a la mesa a Massa y el kirchnerismo, algo a lo que viene negándose enfática y reiteradamente con instinto de preservación.