Provincia | 29 mar 2020
PANDEMIA DE CORONAVIRUS
Cuestionan a Kicillof por el manejo de la crisis sanitaria en la Provincia
En la oposición no ven con buenos ojos el manejo del Gobernador y advierten que no replica la postura del presidente Alberto Fernandez de convocar a todo el arco político para aportar soluciones a un problema que -recuerdan- excede a la gestión de turno. Apuntan además el peligro de priorizar lo económico por sobre la cuestión social.
El variopinto espacio que compone la oposición se mueve por estos días al compás de la impronta de diálogos y consensos que le imprime a su gestión Alberto Fernández. Sin embargo denuncia que Axel parece descreer de esa construcción y desanda el camino.
Lo que quizás comenzó como una susurro, un secreto a voces, ha ido configurándose, puntualmente el sector más ligado al eje Macri-Vidal, en un disconformismo por ahora implícito con el modo en que está conduciendo la crisis sanitaria el Gobernador bonaerense.
A los alcaldes del conurbano y del interior que responden a Juntos por el Cambio, los ocupa en estos días la refriega cotidiana de los problemas que se ciernen sobre sus espaldas, sin embargo han dejado traslucir su molestia con los criterios economicistas que emanan Kicillof.
“Al fin de cuentas es nada más que un tecnócrata, con nula experiencia en el contacto con la gente”, azuzan en voz baja los opositores.
Puntualmente el tránsito hacia la incomodidad se asienta en la imposibilidad de de Kicillof de reproducir en su distrito la política abierta de consultas con la oposición que práctica el presidente Alberto Fernández, y que tan bien han sido recepcionadas por la opinión pública, devenidas en altos índices de aprobación.
El arco político macrista-radical auspiciaría una invitación de Kicillof al estilo albertista, se ilusionan con sentarse a una gran mesa donde cada uno pueda volcar sus inquietudes, usina para los consensos de Estado.
Pero por ahora esa posibilidad no pasa de un afán de deseos, ya que Axel no deja de centralizar el manejo de la situación en su círculo áulico, a lo sumo despunta algún cambio de opinión con el alcalde porteño Rodriguez Larreta, asaltado por la situación del área metropolitana que contiene al conurbano bonaerense.
En la legislatura se apilan los pedidos de informes presentados por las bancadas de legisladores opositores, donde solicitan al Ejecutivo saber en forma fehaciente qué medidas se están implementando para contener la pandemia, sí se está trabajando sobre algún plan de contingencia económica y social, que precise qué tipo de asistencia están recibiendo los hospitales de la provincia y los profesionales de la salud.
Además ambicionan que se configure un mapa interactivo que dilucide en detalle las localidades que presentan casos positivos y el trabajo frente a ellos.
Si bien entienden que no es momento de cuestionar en público, también reniegan de que se los relegue de la toma de decisiones y sobre todos los intendentes, lamentan que no se los consulte sobre las necesidades que afrontan en la diaria: “No era fluido el diálogo cuando recién arrancó- dicen- pero ante esta emergencia esperábamos una mejor recepción. Que se tiernice un poco”, bromean.
Pero Axel no ha movido un ápice su estrategia de centralidad en el manejo de la crisis, sigue inmutable, solo se concentra en sumar capacidad logística en el sistema de salud para afrontar de la mejor manera el pico de casos, se muestra activo en aumentar el número de camas porque presiente que el conurbano puede convertirse en un pandemonium fuera de control.
También analiza con Sergio Berni solicitar refuerzos de gendarmes para que transiten la zonas críticas ante la posibilidad concreta de saqueos, lo espanta que se repitan las imágenes que los argentinos contemplamos a finales de 2001.
Sin embargo, los dirigentes opositores no cambian su opinión, lo evalúan hermético y cerrado en sí mismo con un sesgo cercano al kirchnerismo rancio, preferente al aislamiento ante las crisis.
El punto nodular de los cuestionamientos encuentra fundamento en la situación social que apremia a los bonaerenses: insisten en que desde que se desató la cuarentena, Kicillof no ha tomado una sola medida en consonancia con la precaria situación de una economía exhausta y una cadena de pagos que amenaza con romperse con el aire de un suspiro.
“Acá vuelva a mostrar su concepción economicista- aducen los críticos- solo se preocupa porque cierren las cuentas y le paguen los impuestos, pero parece no entender que si hay un deterioro social relevante, la recaudación provincial bajará notoriamente y esa situación repercutirá más temprano que tarde en las finanzas provinciales”.
Es un contrasentido tener criterios técnicos cuando la crisis social producto del parate le toca la puerta, razonan los opositores.
Envidia sana les causa el espíritu conciliador que ha mostrado Alberto, y deploran el kirchnerismo tardío y fuera de foco que cultiva por estos días Kicillof.
El Gobernador no ha podido en sus casi cuatro meses de gestión construir un relación armoniosa con la posición, sino que la fustigó desde el comienzo, cuando quiso imponer la nueva ley impositiva y chocó contra el dique de contención que se impuso en el Senado.
Le critican también haber intentado fabricar una épica al intentar un diferimiento en un pago a bonistas en enero, que finalmente le costó a las arcas de la provincia el pago en efectivo de tal título para no caer en default.
Tampoco destila simpatía su relación con los alcaldes propios que también denotan cierto desagrado con las formas de Axel, pero que todavía luce a buen resguardo.
“No abre el juego”. En esta trillada frase política se podría resumir las sensaciones del espacio opositor sobre la glacial relación que cultivan con + .
“Quiere salvarse solo, todo lo contrario a lo que profesa Alberto”, concluyen.