martes 23 de abril de 2024 - Edición Nº1966

Nación | 19 mar 2020

INFORME ESPECIAL - MARZO DE 2020

¿Pandemia evitable?

Un análisis sobre por qué ocurre este fenómeno del Coronavirus y sus resultados colaterales, según la palabra de expertos en el tema y el presagio de Bill Gates. ¿Beneficios económicos especulativos?


Por: Jorge Raúl Antúnez - Fundación Buenos Aires XXI

El CORONAVIRUS está.

Es una realidad y no podemos ignorarlo porque en ello nos podría ir la vida.

Si nos preguntáramos “¿por qué pasó?”, “¿cómo fue que no se advirtió?”, podemos responder con algunos de los párrafos de lo que dijo Bill Gates, el dueño de Microsoft, en una conferencia de abril de 2015 (sí, la fecha es correcta), donde aseguraba que si algo puede llegar a matar a más de 10 millones de personas en las próximas décadas, “es más probable que sea a causa de un virus altamente infeccioso y no una guerra”.

 

Y agregaba: “La razón del peligro es que se han invertido unas sumas enormes en disuasivos nucleares pero, en cambio, muy poco en sistemas para detener epidemias”. Esto responde a la primera pregunta.

 

Y concluía: “No estamos listos para la próxima epidemia”. Esto demuestra que se advirtió, pero no se quiso escuchar o entender lo que se estaba manifestando.

 

Y… la realidad de hoy, cinco años después, nos está mostrando que es así. Estamos en esta emergencia porque se ignoró la advertencia.

 

Esta es una emergencia sanitaria, toda pandemia lo es, y debe mantenernos ocupados en hacer lo necesario por mitigarla para que el daño sea el menor posible, y lo digo en primera persona del plural porque, como siempre, más allá de la ciencia, nos salvará la solidaridad y la conciencia social, porque somos seres gregarios que vivimos en comunidad, formamos parte de ella, necesitamos de ella y ella necesita de nosotros.

 

Dicho esto, quiero volver a una de las frases del señor Gates, ya que quiero analizar el lado B de esta situación: “La razón del peligro es que se han invertido unas sumas enormes en disuasivos nucleares pero, en cambio, muy poco en sistemas para detener epidemias.” 

 

Entonces, como siempre, ¿se trata de dinero? Y si se trata de dinero, ¿hacia dónde deben ir las inversiones de los estados para que se mejore la calidad de vida de los ciudadanos, quienes con sus impuestos sostienen a esos estados?

 

¿Acaso el dinero estuvo y se usó para otros fines? Pero si no hay dinero suficiente para cuidar la salud del planeta y sus habitantes, ¿por qué los estados están tan endeudados?, ¿qué hicieron con ese dinero?

 

Como no tengo las respuestas para estas y otras diez preguntas más que no transcribo para no aburrir, estuve releyendo a algunos expertos que quizás permitan aclarar algunos puntos.

 

(Debo aclarar que los subrayados que se encontrarán en las transcripciones son míos).

 

En 2017, el profesor Boaventura de Sousa Santos, profesor de las Universidades de Coimbra y de Winsconsin-Madison, escribió en un texto que es más extenso: “(…) el Muro de Berlín cayó en 1989 y poco después colapsó la URSS. Era el fin del socialismo, el fin de una alternativa clara al capitalismo, celebrado de manera incondicional y desprevenido por todos los demócratas del mundo. Al mismo tiempo, para sorpresa de muchos, se consolidaba globalmente la versión más antisocial del capitalismo del siglo XX, el neoliberalismo, progresivamente articulado… con la dimensión más depredadora de la acumulación capitalista: el capital financiero.

 

Se intensificaba, así, la guerra contra los derechos económicos y sociales, los incrementos de productividad se desligaban de las mejoras salariales, el desempleo retornaba como el fantasma de siempre, la concentración de la riqueza aumentaba exponencialmente.

 

En agosto de 2018, el profesor Juan Carlos Vacarezza -presidente ejecutivo de la Fundación Buenos Aires XXI-, desde otro lugar temático pero muy relacionado en lo conceptual, en un fragmento del ANÁLISIS de la DEUDA MUNDIAL, decía: El monto de deuda global subió 25 billones en el año que finalizó, y más de 8 billones en el primer trimestre de 2018. Creció 318% en relación con el PBI, el primer incremento desde el tercer trimestre de 2016 según el Institute of International Finance (IIF). El ritmo del cambio genera temores sobre el peligro al que se exponen los mercados emergentes, debido a la gran inyección de dinero en los activos ofrecidos por estos países, generando así una burbuja que puede generar una gran crisis. Los niveles de deuda siguieron creciendo a pesar del aumento de tasas durante el año pasado.”

 

“Algunos analistas opinan que el gran problema de la deuda está en los países desarrollados, ya que la deuda de los países emergentes está en 48 % del PBI promedio, comparado con el 110 % de los mercados maduros. Sin embargo, desde el IIF recién mencionado se advierte que la deuda de los países desarrollados es a más largo plazo y la de los emergentes viene creciendo. Además, la deuda corporativa pasó de 65 % a 94 %, a diferencia de la deuda corporativa de los países desarrollados, que creció de 85 % a 90 %. Los inversores retiraron 14.000 millones de bonos y acciones de los mercados emergentes entre mayo y junio.”

 

“Lo que se plantea, en definitiva, es la pregunta por el cuándo de la crisis: ‘¿Será el próximo diciembre o en el 2019?’”

Porcentaje de deuda mundial por país

 

“(…) Argentina no es la única víctima de este proceso, pues todo el mundo se encuentra endeudado bajo los dictados de la usura internacional, de la creación de dinero de la nada y del imperialismo internacional del dinero.”

 

El mismo profesor Vacarezza escribía en noviembre de 2019: “La Revolución industrial llevó al crecimiento de Europa y Estados Unidos. Ese crecimiento operó sobre los ingresos de los pueblos, pero en forma contraria, a través del comercio mundial, causó dependencia de la compra de importaciones de otros países, destruyendo sus propios espacios de producción. Más recientemente, a partir de la profundización de la globalización y mediante las mejores condiciones laborales para las empresas, surge el crecimiento en los países asiáticos, teniendo un gran impacto en la reducción de la desigualdad mundial.”

 

El doctor Carlos Ragonesi, con similares reflexiones a las de agosto de 2018 respecto de la deuda, en un informe de la Fundación Buenos Aires XXI en el mes de noviembre de 2019, nos decía: Uno de los últimos informes publicados por el Fondo Monetario Internacional (FMI) pone en evidencia que la deuda total del mundo es de 184 billones de dólares, lo que representa 225 % del Producto Bruto Interno del mundo. De los mismos surge que las economías más avanzadas son también las más endeudadas, en tal sentido, se pueden mencionar, en orden de prelación, a Estados Unidos, China y Japón, quienes lideran el ranking de endeudamiento con más de 50 % de deuda mundial total.

 

“La nobel Directora Gerente del FMI, en su discurso de ingreso a ese organismo financiero internacional, mencionó un masivo default de deuda privada, para el caso que empeore la desaceleración de las economías sincronizadas del mundo, y dio como ejemplo que en caso de producirse una desaceleración importante del nivel de actividad, la deuda empresarial en riesgo se elevaría a 19 billones de dólares. Como vemos en estas líneas, el mundo se encuentra en apuros y recurre al FMI para aliviar, financieramente hablando, a sus alicaídas economías. El poder mundial acude solícito, pero no sin condicionamientos.”

 

Y sigue:

“CONDICIONES QUE IMPONE EL PODER MUNDIAL…”

Como es una lista larga, vuelco aquí solamente una de ellas, la que me pareció vinculada a esta problemática:

“Doctrina del Shock: aprovechar los momentos en que aparecen violentos desastres naturales o provocados por el hombre (tsunamis, terremotos, guerras, pestes, etc.), donde la gente, atontada, aturdida y asustada por el evento, acepta el establecimiento de medidas draconianas que, en circunstancias de normalidad, jamás aceptaría. Por ejemplo: la extensión de la edad jubilatoria, la privatización de la educación pública, el congelamiento de las remuneraciones, etc. (se aconseja leer el libro La Doctrina del Shock, de la analista canadiense Naomi Klein)”.

 

Entonces, vuelvo al inicio: El CORONAVIRUS está. Es una realidad y no podemos ignorarlo porque en ello nos podría ir la vida… a nosotros.

 

Pero al igual que en casos anteriores (el famoso Tsunami en Asia en el año 2004), parece que para el Poder Mundial la cuestión vital se reduce solamente al dinero que se puede ganar y a los beneficios que se pueden obtener de calamidades como la actual, sin importarle en lo más mínimo las miles de muertes que sobrevienen (en definitiva, daños colaterales), a pesar de las señales que anunciaban o anticipaban lo que podía llegar a ocurrir.

 

¿Beneficios especulativos de un solo sector matan ética y fraternidad universal?

 

Como se puede observar, sigo teniendo más preguntas que respuestas.

 

De lo que no caben dudas es de que existe una verdadera PUJA DISTRIBUTIVA. Y vamos perdiendo.

Jorge Raúl Antúnez - Fundación Buenos Aires XXI

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