viernes 29 de marzo de 2024 - Edición Nº1941

Lomas de Zamora | 6 feb 2020

Historias

El sembrador de Escuela: José Roger Balet y el Bazar Dos Mundos

Bajo el lema “ganar poco pero vender mucho”, el español José Roger Balet construyó su imperio comercial en la Argentina de comienzos del siglo pasado. Un ejemplo a seguir.


Por: Antonio Novielli

Llegó al puerto de Buenos Aires en el vapor “Tritón”. Era 1908 y su pasaje, comprado en Montevideo, le había costado un peso. A la capital uruguaya había arribado un par de años antes desde su Barcelona natal. Cuando llegó a esta ciudad, en ebullición y camino al Primer Centenario de la Revolución de Mayo, José Roger Balet tenía 19 años. Sin embargo, ya traía una experiencia de comerciante, que había formado en su ciudad desde los once años haciendo el corretaje callejero para grandes almacenes especializados en papeles de embalaje e imprenta. Por entonces no tenía sueldo, sólo recibía comisión por sus ventas.

Aquel adolescente llegó a América sólo con una valija, después de veintiún días en la tercera clase de un barco español. Y con ese punto de partida como referencia, se convirtió en figura. Antes, hizo de todo: trabajó en el puesto de un sobrino de su papá, en el viejo Mercado del Plata; fue cadete y vendedor en un comercio; fue empleado en una tintorería llamada “Los mil colores” (estaba a metros de Esmeralda y Bartolomé Mitre); cuentan que alcanzó el puesto de segundo jefe del departamento Bazar y Menaje de una tienda por departamentos creada por el británico Alfred Gath y el argentino Lorenzo Chaves.

Pero esas fueron sólo escalas. En 1913, en San Juan y Lima, abrió su propio local. Hacía dos años que se había casado con Dresda Rossi, con quien tendrían cuatro hijos: Ataulfo, Enrique, Elena y Dresda. Aquel negocio enseguida fue un éxito de ventas. Se llamaba “Mundial Bazar”. Después, como eso funcionaba muy bien, abrió el primer local de su cadena, a la que llamó “Dos Mundos”. Es decir, España y Argentina. El bazar se inauguró el 13 de mayo de 1915 y estaba en Corrientes y Bermejo (actual Jean Jaures).

Su lema era “ganar poco pero vender mucho”. Sus clientes eran mayoritariamente los inmigrantes. En la Capital Federal llegó a tener más de veinte sucursales.

El edificio símbolo de aquella cadena es el que Roger Balet compró totalmente en 1953. Estaba en Callao 312, esquina Sarmiento, donde había funcionado la Casa Moussion, un lugar de peinados y modas femeninas al estilo de los que había en París.

Construido en 1912, es obra de los arquitectos Emilio Huge y Vicente Colmegna. Inscripto en la línea del Art Noveau, tiene ventanas curvas de doce metros de alto, y los ladrillos que se usaron en su construcción se importaron desde Francia, ya que la dueña de la gran tienda era una mujer nacida en ese país. En la parte superior del edificio funcionó un hotel de encuentros, pero aquello terminó cuando el catalán lo compró. Con algunos cambios en su planta baja, aún hoy luce su estilo de gran obra arquitectónica.

Claro que la vida de José Roger Balet no se limita solamente a lo que consiguió como comerciante. Su prosperidad también se volcó POR SU COMPROMISO hacia la comunidad y la cultura, en una forma de devolver lo que había recibido en estas tierras.

En 1940 decidió donar al país catorce escuelas, una por cada provincia. En esa época, el país tenía catorce provincias y diez gobernaciones. La primera escuela fue en Catamarca, la segunda en La Rioja y la tercera en Jujuy. Continuó con Santiago del Estero, San Luis y Salta. El 25 de mayo de 1943, entregó en San Juan la escuela “España”, destruida por el terremoto de 1944, pero la reconstruyó rápidamente.

En 1948 intentó construir una escuela en las Islas Malvinas, pero no consiguió que las autoridades británicas permitieran esto y se creó una polémica que tuvo un serio alcance político, que le hizo preguntarse: “¿Acaso no hay en nuestro país tantas escuelas británicas?”.

Aquello también se extendió a Uruguay (el primer país que lo recibió en América) y Chile. En la Argentina fundó 48 escuelas públicas. Por eso, cuando murió en Buenos Aires en 1973, a los 84 años, ya todos lo conocían como “el sembrador de escuelas”.


* Me reservo el derecho a la propiedad intelectual que está regulada por la ley 11.723, sancionada el 28 de septiembre de 1933.

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