Primero fue en Nación. Luego en la provincia de Buenos Aires. Ahora en el plano gremial. La pata sindical que le quedaba a Cambiemos desapareció en pocos días, en una salida del poder sin mayores alegrías. Detrás de la movida está UATRE, el gremio de los peones rurales, que inició su rebelión: se distanció de Mauricio Macri y prepara nuevos horizontes.

Primero lo hizo el diputado nacional Pablo Ansaloni, que ingresó a la Cámara baja nacional en 2017 como parte del Partido FE. Luego de la asunción de los nuevos legisladores, el dirigente rural decidió ser parte del bloque Unidad Federal para el Desarrollo, liderado por el mendocino José Ramón.

Ansaloni llegó al Congreso a través de la alianza que cerró Cambiemos en la provincia de Buenos Aires con el partido que fundó el gremialista de los trabajadores rurales Gerónimo "Momo" Venegas.

Ansaloni, que nació en Colón, provincia de Buenos Aires, figuró entre los aportantes a la campaña electoral de Cambiemos de 2017 que quedó bajo la lupa de la Justicia. El dirigente responde directamente a Ramón Ayala, heredero de Venegas en el gremio y el partido, que en marzo de este año pidió Cambiemos “por veinte años más”, pero ahora se aleja presuroso.

En la provincia, cinco diputados bonaerenses decidieron abrirse de Cambiemos y armar un bloque que llevará el nombre de Cambio Federal y el monobloque FE, que corresponde a la exconcejal de San Vicente Natalia Sánchez Jáuregui. La dirigente es parte del gremio rural y siguió los pasos de su par nacional.

"No migramos al espacio liderado por Alberto Fernández, pero tampoco nos quedamos donde no comulgamos con los mismos valores", sostuvo UATRE en un comunicado para justificar la salida de sus legisladores.

Estos movimientos responden al nuevo posicionamiento de Ayala. Es que el líder de los peones rurales mandó a movilizar una porción de su militancia para saludar la asunción de Alberto Fernández. Ayala, heredero político y gremial de Venegas, se había mantenido leal a Mauricio Macri en los cuatro años de su gestión, cuando trató de ser la cabeza de su modesto armado sindical. Lideró unas raquíticas 62 Organizaciones que se fueron desgranando con el correr de los años y se desintegraron hace unos meses.

En las vísperas de las elecciones, y ya con los resultados puestos, empezó la fase despegue. Primero tendió puentes -vía el tucumano Juan Manzur- con Fernández. Después agachó la cabeza y regresó a las huestes cegetistas para no quedar afuera de la unidad 2020. Ahora, la movida callejera, parece terminar de romper cualquier vínculo entre Ayala y Macri y empezar a esbozar un posible camino de acercamiento al calor del poder de Alberto.