Durante la última semana, Ricardo Alfonsín se convirtió en el centro de dardos de la Unión Cívica Radical y hasta del PRO. Sobre su figura se concentraron dos dinámicas: por una parte, la incógnita sobre el rol que tiene que tener la UCR tras diciembre, y por otra parte, sobre qué tipo de oposición será, en el caso de llegar a serlo.

Se habló además sobre la posibilidad de que ocupe la Oficina Anti-Corrupción en un potencial gobierno del Frente de Todos, hecho que resultaría interesante y correspondido, dado que la entidad consuetudinariamente debe ser presidida por un opositor. Hubo hasta quienes le exigieron tener respeto a su apellido y origen partidario. Lo cierto es que, según expresó, “son todas especulaciones”.

“No he hablado con nadie que me haya ofrecido ningún cargo. Las menciones que se han hecho parten de las especulaciones que pueden hacer algunos políticos, no sé si hacia dentro del radicalismo o hacia dentro de Cambiemos, pero no he tenido ningún ofrecimiento”, sostuvo el hijo del expresidente Raúl Alfonsín.

En la misma línea, marcó la necesidad de diálogo y de confluir en una oposición responsable. “Todo el mundo debería coincidir respecto de la idea de que la oposición tiene que ser responsable y constructiva”, remarcó al tiempo que expresó que “no podemos pensar en una oposición destructiva o poco colaborativa”.

Sobre el futuro del radicalismo

Consultado sobre el porvenir del partido centenario tras diciembre, es decir, si debe o no seguir dentro de la alianza con el PRO y la Coalición Cívica, fue contundente: le avergüenza que, ante las problemáticas económicas que el país vive, el radicalismo se esté sometiendo a esa discusión.  

“Me avergüenza, frente a tantos problemas, hablar de lo que debe hacer la Unión Cívica Radical. Por supuesto que tengo mis ideas, pero les pido a todos los radicales que en lugar de hablar de estas cosas, se pongan atentos a los problemas que pasa la gente”, cuestionó el ex diputado nacional al instar a la dirigencia de la UCR a “que expliquen cómo resolverían la situación” o por lo menos que “eviten que hasta diciembre la problemática no se profundice”.

El debate presidencial

Por último, Alfonsín relativizó la importancia del debate presidencial. Para él “no fue un debate, sino una exposición donde no se defienden demasiado las propuestas”.

“De tal manera, no sé si resultará útil para la sociedad. Ojalá la sociedad sea más exigente y no decida su voto en función de lo que pueda escuchar de ese no-debate. La gente tiene que decidir en función de lo que ha pasado y de lo que ha venido diciendo cada uno de los candidatos desde hace meses”, enfatizó.

Y concluyó: “El debate no existió, la exposición de ideas ya las conocíamos de antemano, antes del debate. La exposición fue incompleta, pero no es culpa de los candidatos, sino que está mal diseñado.”