La Unión Cívica Radical (UCR) concentra en su interior una serie de cruces, replanteos y cuestionamientos que, cual globo que acrecienta su volumen, si no se desinflan de a poco las tensiones, en cualquier momento revientan. El tema se supedita al color: ¿rojo o amarillo? La metáfora sirve para comprender cuál es el raid que hoy enarbola el partido fundado por Leandro Alem y que tuvo su cénit con Raúl Alfonsín.

El debate en torno al futuro del radicalismo podría guardar relación con la victoria en Mendoza, donde tanto el gobernador Alfredo Cornejo y su sucesor electo, Rodolfo Suárez, le marcaron la cancha a los de Mauricio Macri -léase PRO-, para que no se cuelguen de su triunfo.

Y la acotación vale para entender en qué circunstancias se encuentra la UCR en el Conurbano. Entre los “apocalípticos e integrados” se encuentran también aquellos que decidieron “pasarse temporalmente de bando” y probar suerte en un espacio que le dio el interés que en la alianza creada tras el Congreso de Gualeguaychú dejó de existir. 

La discusión, para el diputado radical y candidato a intendente de Quilmes, Fernando Pérez, es “más profunda”. Es decir, no se trata de seguir dentro de Cambiemos como si nada o de directamente cortar todo vínculo como divorcio de cónyuges políticos. 

“Lo que tenemos que plantearnos es qué tipo de partido político queremos. A qué sector social uno quiere representar y qué ideas hay que llevar adelante”, enfatizó Pérez a Política del Sur, y remarcó: “El radicalismo, si quiere tener futuro y vida hacia adelante, tiene que dejar de pensar en construcciones electoralistas.”

En este sentido, se mostró abierto “gane quien gane” a colaborar desde otro ángulo en la próxima gestión. “El gobierno que viene nos necesita a todos y el radicalismo tiene que pensar qué aportes le da a la Argentina y, a partir de ahí, configurar su identidad”, completó. 

La campaña de Consenso Federal en Quilmes

El legislador bonaerense apunta a una estrategia “de cara al vecino”. Se mostró “expectante”, aunque también “consciente de haber elegido el camino más complejo y difícil, que es el de tratar de instalar una alternativa política en Argentina” y “en cada uno de los municipios por fuera de los dos polos que vienen tratando de tener la política argentina en los últimos años y que tanto daño nos han hecho”.  

A su entender, “el 11 de agosto hubo una paliza electoral hacia el oficialismo” y se consolidó una “tercera fuerza”: la del lavagnismo. “La tercera fuerza que somos nosotros hemos podido instalar temas que son de interés público, como por ejemplo, la declaración de la Emergencia Alimentaria”, indicó el candidato quilmeño al hacer referencia al mayor reclamo que tuvo la oposición en el período post PASO y que llevó al Gobierno a convertirla en ley.

Sobre Martiniano Molina

Por último, criticó con contundencia al intendente Martiniano Molina, de quien en las últimas horas fue acusado de repartir comida “de baja calidad, con folletos de su imagen y hasta boletas electorales”. 

Consultado al respecto, Pérez expresó que no le “sorprende para nada”, y agregó: “El gobierno de Molina no fue el que planificamos en la campaña de 2015. Es un gobierno claramente populista cooptado de los sectores más oscuros de la política quilmeña.” 

“Su gestión ha sido muy mala y lo único que puede mostrar son obras de infraestructura que les ha dado el gobierno nacional, producto de haber tomado deuda pública. La gestión Molina ha sido una oportunidad desperdiciada”, concluyó.