miércoles 24 de abril de 2024 - Edición Nº1967

Gremiales | 24 ene 2019

INFORME ESPECIAL

Mapa de los despidos y cierres de fábricas en el Conurbano bonaerense

La crisis de empleo no se detiene, y cada semana nuevos lugares de trabajo tienen dificultades para mantener la actividad. En la región, varios ejemplos confirman los efectos de la crisis en el mundo laboral. De la recuperación fallida de Cresta Roja a la lucha de los trabajadores de Canale, los principales casos que afectan la economía de la zona sur.


Por: Por Diego Lanese

Cresta Roja, Siam, Canale, Gaelle, Cofco, Stockl, La Salteña. La pequeña lista es sólo la punta del iceberg del drama de la desocupación en el Conurbano bonaerense, en especial en el sur de la región. En los últimos meses, la cantidad de fábricas que cerraron encendieron las alarmas y marcan los problemas que existen en materia laboral en la zona. El mapa de los despidos y cierres incluye desde grandes firmas como la filial de Adidas en Esteban Echeverría Extreme Gear hasta pequeñas unidades de trabajo, una especie de “gotera” que no para y desangra el mercado laboral.

 

La crisis económica golpea el mercado de trabajo y puso la desocupación en dos dígitos en el último año. En este sentido, los números marcan un retroceso en materia de puestos laborales. Según un informe publicado a fin de año publicado por el Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (CIFRA), la tasa de desocupación en el segundo semestre del 2018 “fue del 9,6 por ciento, mientras que un año antes había sido de 8,7 por ciento”. “El aumento de casi un punto porcentual equivale, si se hacen proyecciones a nivel nacional, a 240 mil desocupados, de modo que el número total de desocupados ya alcanzó prácticamente los dos millones”, agregó el trabajo de la entidad de la CTA de los Trabajadores.

 

Este informe, al que tuvo acceso Política del Sur, alerta que en la región el desempleo tiene mayor incidencia. Según CIFRA, “en el gran Buenos Aires, un aglomerado especialmente golpeado por la pérdida de empleos industriales continúa destacándose por su mayor tasa de desocupación: 11,4 por ciento en todo el área y 12,4 por ciento en el conurbano bonaerense, excluyendo a la Ciudad de Buenos Aires”. Es decir, el cierre de fábricas y despidos en la región empujó a la tasa de desempleo a casi tres puntos por encima del promedio nacional.

 

Otro informe marca que la situación de crisis generó en 2018 la mayor cantidad de protestas. Como marca el Observatorio del Derecho Social de la CTA Autónoma, “los reclamos originados en situaciones de crisis (despidos, deudas salariales, suspensiones y quiebras) fueron los más recurrentes a lo largo del tercer trimestre de 2018, seguidos por conflictos por demandas salariales y condiciones de trabajo en similar presencia”. “Entre los conflictos por crisis se destaca la situación de la industria manufacturera y los servicios de transporte que dan cuenta de más del 52 por ciento del total de los conflictos por este motivo”, alertó el observatorio.

 

Cierre y quiebras

 

Si un conflicto simboliza el fracaso de la política laboral del macrismo, es el de Cresta Roja. La firma tiene dos plantas, en Esteban Echeverría y Ezeiza, y en 2016 fue visitada por el propio presidente Mauricio Macri y anunciaba su reactivación, luego de un largo conflicto. Pero con el correr de los meses, los más de 600 cesanteados no recuperaron su lugar y la producción se fue perdiendo.

 

Hubo masivas marchas y una violenta represión cerca del Aeropuerto de Ezeiza, y en la actualidad casi no hay actividad. Los trabajadores, nucleados en la agrupación Cresta Unida, intentan que no se vacíen las plantas, ya que la nueva firma que compró la empresa (la firma Wade) tiene instalaciones en General Sarmiento, y podría mudar todo el material allí. Hoy, la desazón reina en la empresa, que fue una de las principales avícolas del país y hoy es un emblema de la crisis laboral.

 

También en Esteban Echeverría, en agosto del 2017 comenzó el cierre de Extreme Gear, una empresa que armaba zapatillas para Adidas. De los 660 empleados de la planta local, quedaron poco más de 40, pero el año pasado cerró definitivamente. “Ya no hay posibilidades de nada, la gente está resignada. Estamos viendo que se pague lo que corresponde, por ahora están cumpliendo con el 100 por ciento de lo pactado y con el fondo de desempleo”, admitió en su momento Gladys Arce, delegada de los despedidos. Este caso sumaba una situación que se repitió en este tiempo: los efectos de la apertura de las importaciones en la industria nacional.

 

Ni la metalúrgica Canale se salvó de esta crisis. La tradicional firma ubicada en la localidad de Llavallol comenzó con retrasos en los pagos, hasta que en octubre del año pasado sus puertas cerraron y alrededor de 100 empleados se quedaron en la calle. Allí montaron un acampe para evitar que se vacíe el lugar -una técnica recurrente entre las empresas-, debido a que, luego del dictado de la quiebra, se anunció la formación de una cooperativa. 

 

Luego de pasar las fiestas de fin de año en el lugar, esperan que la Justicia de Catamarca -que entiende en la causa de la quiebra de la empresa- los autorice para iniciar el proceso de recuperación. En esa espera, los  trabajadores despedidos decidieron generar otro canal de trabajo para mantener a sus familias y difundieron algunos oficios que pueden ofrecer a la comunidad. Además, continúan realizando parrilladas durante la semana en el acampe para advertir que, a dos meses de sus despidos sin pago de indemnizaciones ni sueldos, no bajarán los brazos.

 

Tampoco las multinacionales la pasan bien. Desde hace unas semanas, los alrededor de 200 empleados de la empresa china Cofco pelean para evitar el cierre de la firma, dedicada a la refinación de aceite. Pese a que la empresa asiática es una de las grandes exportadoras del mercado, decidió dejar de realizar refinamiento para venta minorista por la caída de la oferta. Luego de que enviara los telegramas, hubo una audiencia en el Ministerio de Trabajo donde los empresarios ratificaron su postura: el cierre de la planta y los despidos. El gremio aceitero no descarta un paro a nivel nacional contra esta política.

 

Despidos y suspensiones

 

Además de estos cierres emblemáticos, en muchas unidades de trabajo están despidiendo personal, adelantando vacaciones o reduciendo jornadas. Uno de los conflictos más conocidos fue el de la fábrica nacional de zapatillas Gaelle, que decidió dejar de realizar tareas de confección y comenzó a dedicarse a la importación.

 

En el camino, despidió a varios de los empleados, que encabezaron los reiterados reclamos por los retrasos salariales en la planta de Avellaneda. Los trabajadores realizaron junto a organizaciones sociales y políticas varias protestas, pero no lograron revertir esta situación.

 

Esta es una maniobra que se puede ver en varios de los conflictos del Conurbano: aprovechando la crisis, los empresarios atacan a los empleados que tienen militancia sindical o que se ponen al frente de los reclamos.

 

También en Avellaneda, la histórica fábrica Siam despidió hace unos meses a 20 empleados, los últimos de una lista que alcanza los 65, incluyendo un plan de retiros voluntarios. Los empleados organizaron dos marchas a Puente Pueyrredón, denunciaron el plan de achicamiento de los dueños de la empresa, que en 2014 prometió generar cientos de empleos y que sin embargo no hizo más que achicar su planta.

 

Este es uno de los pocos casos donde la movilización logró revertir en parte la situación de despidos: se incorporaron diez cesanteados gracias a un acuerdo en el entonces Ministerio de Trabajo, más cuatro que se lograron bajo amparo judicial, incluida una delegada. Para los empleados, esta es una victoria, pero no la final: prometen seguir peleando hasta que “estén todos adentro”.

 

“Mapear” los despidos es mucho más difícil, ya que muchos son en efecto “gotera”, es decir, se van dando de a dos o cuatro, y no generan una protesta colectiva. Bajo el argumento de mantener la actividad, muchas empresas son parte de esta estrategia. Mucho más en sectores donde el nivel de formalidad es bastante bajo.

 

Así sucede en la construcción, donde el grado de  trabajo en negro atenta contra las estadísticas. Según afirma el gremio Sitraic, con la baja en el presupuesto 2019  para obra pública, los despidos en el sector crecerán. El año pasado, se calcula que se perdieron 30.000 trabajos formales, lo cual hace pensar que entre los informales la cifra podría sumar otro tanto. Por esta situación, en diciembre último el gremio  que conduce Víctor Grosi realizó una movilización.

 

El 2018 será recordado como uno de los más trágicos en materia de despidos en el Conurbano. Ni las empresas grandes, mucho menos las chicas, se salvan de esta situación. En enero del año pasado, en la planta echeverriana de Molinos Río de La Plata despidieron a un grupo de trabajadores, incluidos exmiembros de la comisión interna. La excusa que pusieron desde la firma, una de las más grandes alimenticias del país y la región, fue “bajo rendimiento, baja productividad y ausencia en los sectores”.

 

La lucha continúa

 

Más allá de la organización y la pelea por los puestos de trabajo, la precaria situación económica hace pensar que este año los despidos no frenarán su escalada. Hay áreas a las que las proyecciones ponen en el ojo de la tormenta. El informe de CIFRA recuerda que entre diciembre de 2017 y agosto del año pasado “se perdieron casi 30 mil puestos registrados en la industria, casi 8.700 en la construcción, más de 5.100 en el comercio y más de 4.300 en el transporte”.

 

“La industria ha destruido empleo constantemente desde que asumió el gobierno de (el presidente Mauricio) Macri y esta caída se aceleró en el marco de la recesión económica. El número de trabajadores industriales registrados ya es 92.800 menos que en noviembre de 2015”, denunciaron desde el centro de la CTA de los Trabajadores. 

 

Por otra parte, las caídas en la construcción, el comercio y el transporte “se vinculan directamente con el menor nivel de actividad de la economía”.

 

“Vamos a seguir hasta las últimas consecuencias”, suele ser una de las respuestas de los despedidos, que entre la resignación y la bronca, no quieren perder lo que les queda: la dignidad.

 

Mientras la economía no arranca, sino todo lo contrario, y el oficialismo quiere instalar temas vinculados con la seguridad o la corrupción pensando en la agenda electoral, los cierres de fábricas y despidos no frenan. Son casi invisibles, en especial para los grandes medios.

 

En el Conurbano, ese drama se ve todos los días, no sólo en estos casos nombrados -una minoría entre los cientos que hubo en los últimos años-, sino también en las caras de quienes, empujados por las circunstancias, salen a ganarse la vida con lo que pueden.

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