jueves 18 de abril de 2024 - Edición Nº1961

Avellaneda | 27 dic 2018

RUMBO AL 2019

La “guerra fría” entre Ferraresi y Cacho Álvarez

Mensajes confusos de unidad en el que se mezclan tonos conciliadores con los intereses propios: por un lado, el de mantenerse en el poder de Avellaneda, y por otro, el de recuperarlo.


Cuando el exintendente de Avellaneda Baldomero “Cacho” Álvarez de Olivera anunció en un acto junto al senador nacional Miguel Ángel Pichetto que iría por una nueva conducción del municipio en 2019, una de las tantas preguntas que suscitó fue cuánto podría afectar -para bien o para mal- a su alumno político, el actual jefe comunal, Jorge Ferraresi, quien también es fija para ser candidato a una reelección por Unidad Ciudadana. Hoy ambos mantienen una pelea tácita y, a la vez, una tregua.

 

Cacho y Jorge estuvieron unidos en un principio por una gestión de veinte años, debido a que el segundo fue secretario de Obras Públicas del ex barón del Conurbano y luego se hizo fuerte políticamente de su mano. De hecho, siendo primer concejal tras las elecciones del 2007, ocupó su primera intendencia cuando en 2009 debió reemplazar a Álvarez, quien aceptó ser ministro de Desarrollo Social del gobernador bonaerense Daniel Scioli.

 

Aquí fue cuando comenzó a gestarse un largo período de tensión que se mantiene hasta la actualidad. Cuando en 2011 Álvarez fue elegido senador bonaerense y Ferraresi ganó de manera contundente las elecciones para conducir Avellaneda, enseguida el mandatario local comenzó a dar muestras de autonomía, que implicó también una simpatía cada vez mayor con el gobierno nacional de Cristina Fernández. De hecho, hoy es considerado un intendente “ultrakirchnerista”. Pero además, Ferraresi realizó con éxito un trabajo minucioso para que renunciaran funcionarios del gabinete cachista.

 

Hoy Ferraresi pareciera estar lejos de las apreciaciones de quien acaba de abandonar las filas de Cambiemos para pasarse a las del senador Miguel Ángel Pichetto, líder de Peronismo Federal y uno de los conductores del frente Alternativa Federal. No obstante, por declaraciones de figuras políticas de un “bando” y de otro, pareciera haber matices que los unen, o quizás esperanzas de acercamiento, o tal vez la decisión de no tratarse como enemigos, o incluso mostrar los dientes pero sin morderse. Por ahora, los mensajes en bruto no son del todo claros.

 

“Es mi adversario político, no mi enemigo”, dijo días atrás Álvarez de Olivera sobre Ferraresi en diálogo con Política del Sur, recordando los veinte años en los que compartieron gobierno municipal, aunque aclaró: “Gran parte de lo que está haciendo, lo planificamos juntos”.

 

En definitiva, lo más lógico es pensar que lo que quiere marcar Cacho es que en realidad él no sólo fue padrino político de Ferraresi, sino también el autor intelectual de los logros de la gestión municipal que comanda.

 

En otra charla con este medio, el ex senador deslizó que no cree que “los que construyeron el odio y la grieta puedan decirse peronistas”, en clara alusión a lo que sigue siendo interpretado desde distintos sectores de la política avellanedense como una traición de parte de Ferraresi a Álvarez.

 

Y al mismo tiempo, se mostró conciliador al asegurar que está “despojado de odios y rencores” y presto a lograr “la unidad del peronismo, pero con identidad”.

 

En cuanto al sector de Ferraresi, la que se mostró esperanzada de alcanzar una unidad amplia del peronismo fue la concejal de Unidad Ciudadana Hilda Cabrera, quien sugirió que el discurso que dio recientemente Álvarez cuando lanzó su candidatura fue por “la unidad del peronismo de todos los sectores”.

 

“Son campanadas, son pinceladas, estamos en un momento de acercamiento”, afirmó la edil, y destacó que Mary Balbuena -que, siguiendo los pasos de Cacho, se fue del bloque de Cambiemos y armó el propio (Alternativa Federal)- haya votado a favor del Presupuesto Municipal 2019, al igual que el oficialismo y otros bloques afines.

 

Más allá de estas hipótesis, Cabrera aclaró que “hay que charlar primero, hacer algunas autocríticas”, y estimó que si Álvarez decidiera presentarse como candidato, no ganaría, pero de alguna manera afectaría la postulación de Ferraresi, debido a que acarrearía votos peronistas. Por eso, se mostró expectante con la posibilidad de que “llegado el momento”, finalmente todos los sectores peronistas de Avellaneda “estén juntos, sólidamente unidos, con un proyecto de país diferente”.

 

En lo suyo, el jefe de bancada de Unidad Ciudadana en el HCD, Pablo Vera, remarca una y otra vez que “el único límite es Macri”, por lo cual consideró que “en el transcurso del tiempo, las aguas se van a ir tranquilizando y va a quedar claro que necesitamos construir una oposición lo más grande y generosa que sea posible”.

 

En ese sentido, el edil kirchnerista señaló que “a partir de ese límite, todas las posibilidades de unidad están”, e incluyó en ese eventual armado a Alternativa Federal, tanto en lo nacional como lo provincial y lo local.

 

Para hacer una definición muy básica, hablar de “guerra fría” es, por un lado, aludir a un enfrentamiento entre dos bloques, esencialmente por cuestiones ideológicas y políticas, y por otro lado, que a pesar de ese escenario, ninguno de los bandos toma acciones directas en contra del adversario.

 

Mirándose de reojo, con tonos conciliadores y mensajes neutros que no van directamente al choque, pero que deslizan viejos rencores. Así parecieran estar hoy las figuras de Jorge Ferraresi y Baldomero Álvarez de Olivera. Habrá que ver qué ocurre durante la campaña proselitista de cara al año próximo: si la tensión entre las dos “potencias” de Avellaneda deriva en una guerra generalizada o si resulta en apenas un conflicto subsidiario.

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