martes 23 de abril de 2024 - Edición Nº1966

Gremiales | 14 dic 2018

ANÁLISIS

La conducción de la CGT, la batalla que se avecina en 2019 entre los dialoguistas y rebeldes

Quienes manejan hoy los hilos en Azopardo quieren cumplir los cuatro años de mandato del triunvirato y rechazan un confederal que pueda desplazar su influencia. Pero desde la Corriente Sindical para un Modelo Nacional ya se pusieron como objetivo para el año próximo pelear por la central obrera. Críticas de otros sectores que afirman que la disputa es “funcional” al gobierno nacional.


TAGS: CGT, ELECCIONES

Por: Por Diego Lanese

Luego de negociar el bono de fin de año, la conducción de la CGT se llamó a silencio. El pago de los 5 mil pesos en dos veces para trabajadores registrados -no de todas las ramas- desactivó cualquier posibilidad de paro nacional antes de que cierre el año, una de las pocas buenas noticias en el ámbito laboral para el gobierno nacional. El ahora “triunvirato fallido” logró imponer su mirada respecto del cierre del año, pese al aumento de los grupos que reclamaron medidas de fuerza más visibles. Los dos grandes bloques del sindicalismo nacional por el momento tienen estrategias bien distintas: los dialoguistas esperan completar el mandato de la central obrera y renovar autoridades con otro color político en la Casa Rosada, mientras que los rebeldes quieren hacerse de la CGT e imponer su poder de movilización en el año electoral.

 

Hacerse de la conducción de la principal central obrera del país es el nuevo escenario donde los dos grandes grupos se enfrentarán. Ya este año el moyanismo y la Corriente Sindical, los puntales del grupo rebelde, quisieron llamar a un confederal, en especial cuando Juan Carlos Schmid dejó el triunvirato. Pero “gordos” e “independientes”, grupos que sostienen el poder en Azopardo, quieren sostener el mandato de Héctor Daer y Carlos Acuña hasta el 2020, cuando venza el mandato de la conducción tripartita aprobada en 2016.  

 

“Tenemos que lograr unir a los trabajadores en una lucha conjunta y trabajar para que los gremios comprometidos, como Camioneros, vuelva a estar al frente de la CGT”. En el plenario de la Federación de Docentes de las Universidades (FEDUN), su titular, Daniel Ricci, blanqueó la intención de ir  por la conducción cegetista. Lo hizo frente al propio Pablo Moyano, con quien comparte el llamado Frente Sindical para el Modelo Nacional (Fresimona), el instrumento con el que intentarán desbancar a los dialoguistas de la conducción de la central obrera.

 

La punta de flecha de esta avanzada es el Frente Sindical, formado por el moyanismo y los gremios de la Corriente Federal, que lidera el bancario Sergio Palazzo. Además, podrían sumarse los integrantes de las 62 Organizaciones Peronistas, que conduce Horacio Valdez, y que recientemente sumaron a Pablo Moyano a su armado. Este conjunto buscaría desbancar a la actual conducción. “Los números nos dan”, le dijo a Política de Sur un dirigente que reporta a uno de estos grupos. En off, sostuvo que un confederal que vote un nuevo secretario general “sería como una refundación de la CGT”, aunque admitió que hoy no hay un liderazgo que pueda salvar las diferencias.

 

Pablo Moyano aparece como un nombre enarbolado por este grupo, pero su reciente pelea con Miguel Ángel Pichetto, a quien acusó de “traidor” por votar el Presupuesto del gobierno nacional, le resta plafón entre los moderados.

 

En Azopardo creen que el bono de fin de año y un diciembre en paz y sin desbordes es garantía para sostener la conducción de la central obrera, más allá de que el avance de los  gremios combativos preocupe. Si los grandes sindicatos se mantienen alineados, la discusión por los votos no les preocupa, y creen que hablar de un confederal en 2020, con otro gobierno, tendrá otro tono.

 

La cuestión electoral

 

La puja interna de la CGT se dará en un año de elección presidencial, con todo lo que eso significa. Con el peronismo en plena búsqueda de una unidad que le permita enfrentar al macrismo, las posturas que asumen los gremios cobran significación en este armado intestino. Esquemáticamente, la actual conducción de la CGT está cerca del Peronismo Federal, que lideran Pichetto, varios gobernadores y que pretende sumar a Sergio Massa; mientras que los sectores rebeldes apuntan a sumar a este espacio a Cristina Fernández de Kirchner, que en una hipotética PASO les ganaría a todos los mencionados. Además, algunos gremios están en conversaciones con dirigentes que en otra época fueron parte del gobierno de Eduardo Duhalde, para intentar armar una especie de “peronismo pre K”. En este espacio, el nombre de Roberto Lavagna es el apuntado.

 

Durante el kirchnerismo, el movimiento obrero fue marginado de los lugares de representación en la herramienta electoral (el Frente para la Victoria), lo que provocó, entre otras cosas, la pelea con Hugo Moyano. En estos días, el camionero acercó postura con la expresidenta, y se muestran como la dupla más crítica al gobierno nacional, lo que no significa que vayan a terminar armando un frente o espacio común.

 

Para la actual conducción de la CGT, la futura campaña electoral será un desafío, ya que debe mostrarse opositora para ser parte del armado peronista, pero mantiene una especie de tregua con el oficialismo, un “pacto de gobernabilidad”, según sus propios dirigentes.

 

Por eso, hubo revuelo en Azopardo cuando se anunció la creación de un documento para entregar a la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) que contiene duras críticas al Gobierno y sus políticas económicas y sociales, y está firmado por el Frente Sindical, las dos CTA, movimientos sociales e incluso la Unión Industrial Argentina (UIA). Ante esto, la CGT debió sumarse a la propuesta, para no quedar aislada ante la “toma de postura”, como se llamó al texto. El documento hace foco en lograr “una Patria fundada en la solidaridad y el trabajo”.

 

Otros sectores que están por fuera de la CGT ven estas posturas y disputas con cierta preocupación, ya que más allá de este documento, creen que hay cierto “pacto tácito” para no potenciar los reclamos y dejar que el proceso electoral defina el futuro del Gobierno”.

 

Desde la CTA Autónoma, que se despegó de la conducción de Pablo Micheli (hoy cerca del sector rebelde de la CGT), acusan a ambos espacios de ser “funcionales a la Casa Rosada”. “Pactaron un bono miserable para evitar conflictos y no llevan la lucha contra este modelo a la calle para posicionarse en la interna peronista. Están  jugando en tándem con Macri”, se quejaron a Política del Sur.

 

Más allá de estas críticas, la CGT suele hacer este juego, firmar algún documento crítico y luego negociar en secreto. Esta misma semana, una comitiva estuvo con funcionarios del Gobierno tratando un tema muy sensible para ellos: los fondos de las obras sociales. Los acuerdos en torno a esta problemática fueron, por años, moneda de cambio para evitar protestas gremiales. En este proceso, se estima que no será la excepción.

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